G. W. F. Hegel
El Estado de Francia en esa época consistía en un conglomerado de privilegios contradiciendo toda idea, y hasta la razón en general, una más que absurda situación de una corrupción descomunal, un auténtico reino de injusticia. La opresión terriblemente dura que ejercía su peso sobre el pueblo, las dificultades del gobierno para garantizar a aquella corte los medios que le eran necesarios a su lujo y prodigalidad daban ocasión al descontento. El nuevo espíritu empezó a actuar: la opresión dio paso al libre examen. Y se hizo evidente que las enormes sumas arrancadas cada día al sudor del pueblo no eran realmente dedicadas a los fines propios del Estado, sino derrochadas locamente. Así, todo el sistema del Estado fue visto como injusta iniquidad
Cuanto existe merece perecer
La idea y el concepto de derecho se afirmaron de golpe y el viejo edificio de la injusticia no pudo resistirlo. En función de la idea del derecho se construyó una constitución, de manera que todo lo demás reposó en adelante en esa base
Fue un amanecer extraordinario. Todos los seres pensantes han celebrado luego aquella época. Una emoción sublime vino a reinar en ese tiempo, y un entusiasmo del espíritu hizo estremecerse el mundo entero
En un pueblo libre, la razón en verdad se encuentra efectivamente realizada
Fenomenología del espíritu