L. Dubech
Las calles Saint-Denis y Saint-Martin son las grandes arterias de ese barrio, la bendición de los revoltosos. Pues la guerra de calles era allí lamentable en su facilidad: bastaba sólo con desadoquinar e ir amontonando el mobiliario de las casas vecinas más los cajones del ultramarinos y, en caso de necesidad, detener un ómnibus cualquiera [...], ofreciendo además galantemente la mano a las damas: hubiera habido que tirar las casas para conquistar esas Termópilas. La infantería avanzaba al descubierto, pesadamente cargada y equipada. Sólo con un puñado de insurgentes puestos detrás de una barricada se mantenía en jaque a un regimiento
Histoire de Paris
La práctica de la lucha callejera o guerra urbana tiene ya su técnica, tal como se estudia y se describe, tras la toma de Múnich por las armas, en una obra curiosa y de reducidas dimensiones muy secretamente elaborada a instancias del gobierno berlinés. Ahora no se avanza por las calles, se las deja vacías; y se avanza por dentro de las casas, atravesando muros y paredes. Tras ocupar una nueva calle se procede a reorganizarla; se despliega el teléfono, perforando murallas y tabiques, mientras, para evitar un nuevo avance de los enemigos, de inmediato se mina el territorio conquistado [...]. Unos de los progresos más notables es que ya no se evitan daños en las casas y en las vidas. Junto a las guerras civiles del futuro, esto quizá ha de ser un episodio [...] realmente arcaico e inocente
Histoire de Paris