Creonte.- Dí, ¿sabías que estaba prohibido? Antígona.- Lo sabía. La cosa estaba clara. Creonte.- Y, ¿te atreviste a violar las leyes? Antígona.- No dictó tales leyes la Justicia. [...] Que había de morir ya lo sabía, aunque no me lo hubieras anunciado. [...] Sucumbir a ese lance no me duele. [...] Creonte.- Esta insolente ha sabido ir y violar las leyes decretadas. ¡Y aún mayor la insolencia de jactarse! [...] ¿No te avergüenzas de pensar distinto a como lo hacen todos los restantes? Antígona.- Yono comparto odio, amor comparto. [...]Si los dioses dan esto por bueno, no reconoceré que haya pecado sino cuando decidan castigarme. [...] Honrar a los hermanosno es vergüenza