bienes
Remediad a los desgraciados con los bienes de los enemigos e impugnadores de la revolución
Informe en relación con el decreto contra los enemigos de la revolución, 3-3-1794
Lo que finge Platón en su República o lo que rige ahora en Utopía es mejor que lo nuestro en todo caso […]; aquí domina la propiedad privada, mientras allí todo es en común […]. En donde exista la propiedad privada, donde todo se mida por dinero, no podrán reinar en el Estado la prosperidad y la justicia, a menos que sea justo aquel Estado en que lo mejor pertenece a los peores, y que sea próspero un país donde sólo unos pocos individuos copan entre sí todos los bienes […] mientras los más están en la miseria. […] La distribución de los bienes por igual permite a todos vivir en la abundancia […] No hay otro modo de salvar a un pueblo que la plena igualdad de condiciones poseyendo los bienes entre todos […]. Es preciso abolir la propiedad
Utopía
La Ciudad se encuentra dividida formando siete círculos enormes que, a través de cuatro grandes vías, se comunican sucesivamente. […] Son un pueblo oriundo de la India entre el cual había muchos hombres dedicados a filosofar. Huyendo de las tropelías de los tártaros y el abuso de toda clase de tiranos, fueron a parar a aquella ; […] Resolviendo organizar allí su vida la planificaron en común, tal como enseña la filosofía. […] Una de las costumbres principales es la comunidad de las mujeres, como también ocurre con las cosas. Todo es allí de propiedad común […] de manera que todos participan del alimento en forma equitativa, tal como lo hacen con las ciencias, los honores y las diversiones, sin que nadie pueda en ningún caso apropiarse de nada en exclusiva. En su opinión, toda propiedad ha surgido de que cada individuo quiere para él solo una mujer y una familia y una casa, de lo que viene todo el egoísmo […], con lo cual viene cada uno a robarle a la comunidad. […] Les parece de lo más extraño que consideremos como innoble al que practica un arte manual, mientras que creemos que son nobles los que, sin tener ningún oficio y rodeados de enjambres de sirvientes, se abandonan al ocio y la lascivia, con un daño evidente para el bienestar de la república. […] Ahora bien, al que sabe más oficios es al que consideran el más noble […], y además los trabajos fatigosos de entre los trabajos productivos son también los más considerados, por lo que ninguno los rechaza. […] Todos tratan sin duda de quedar primero en el trabajo […], pues a todo aquel que sobresale en la actividad que realiza le conceden el título de rey (uno que se reserva a los mejores, no a los que no saben hacer nada). […] La superioridad, cada seis meses, determina quién ha de dormir habitando en uno u otro círculo y ocupando tal o cual estancia, después de lo cual vuelve a cambiar […], y cada actividad u ocupación – manual o especulativa– es común a los ciudadanos, sin que importe ser de uno u otro sexo. […] Cada círculo tiene sus cocinas y sus grandes despensas colectivas […], comen en grandes mesas, reunidos, […]se afanan todos por servir […] porque nadie cree rebajarse al prestar los servicios necesarios en los comedores y cocinas, o en los almacenes y talleres, […] y cada uno tiene su porción. […]Todos visten de blanco, con un traje determinado por las estaciones. […] La planta baja de los edificios se dedica a graneros y talleres, guardarropas, despensas, comedores y lavanderías comunales; […] allí adentro se ejercen los oficios, mientras que los espacios superiores –todos adornados con pinturas– se reservan a la actividad de carácter especulativo, sobre cuya materia se realizan, en los atrios, los cursos y lecciones. [….] Y así, como todas las tareas, las artísticas como las manuales, se reparten y se hacen entre todos, cada ciudadano no trabaja sino cada día cuatro horas, dedicándose luego todo el resto a perfeccionarse en cuanto hace a los aspectos físico y moral. […] No hay allí esclavitud ni servidumbre […], ni hay avidez alguna de riquezas ni por poseer plata ni oro –que tan sólo se encuentran destinados a fabricar algunos utensilios que también emplean en común– […], porque nadie carece de cuanto le sea necesario –y aun lo que su capricho le sugiera–. […] La posesión de bienes, en efecto, no les despierta la menor codicia, puesto que realmente todo el mundo tiene allí cuanto necesita, más aquello que pueda recibir en calidad de premio o galardón, dado que la república acostumbra hacer ciertos regalos a sus héroes. […] De este modo, la vida colectiva hace a cada uno, al tiempo, rico y pobre: rico porque lo posee todo, pobre porque nada es sólo suyo; pero nadie se afana o se preocupa de servir a las cosas, sino, al contrario, de servirse de ellas. […] Cierto que no ignoran el dinero, acuñando moneda destinada a las actividades exteriores de sus embajadores y emisarios. Pero, al contrario, de los mercaderes que, procedentes de los demás países, han llegado hasta allí, interesados por el exceso de su producción, nunca les piden que les den dinero, sino las diferentes mercancías de las cuales carezca la Ciudad. […] Deliberan, reunidos en Consejo, sobre lo que el pueblo necesita, e invisten a los magistrados designados para cada cargo en la Asamblea General, relevándolos luego, en su momento, por acuerdo del pueblo en su conjunto. […] Tratan muy bien a los extranjeros […], enseñándoles todo aquel Estado para que vean el orden que allí reina (porque están firmemente convencidos de que al final el mundo entero no tendrá otro destino y solución que adoptar aquel modo de vida), y permiten que vayan al Consejo y a sentarse en la mesa colectiva. Y, si quieren unirse a aquel Estado, los someten a prueba y luego adoptan la resolución correspondiente. […] En lo que hace a la procreación, todo el mundo se encuentra sometido a lo que ordenan las autoridades, pues la progenie es considerada como bien público, no particular
La Ciudad del Sol
Se habla una y otra vez de utilidad, de comodidad y de confort, buena comida y buena educación […], de ferrocarriles, de retretes y, naturalmente, de cañones, bombas y otros pertrechos homicidas. ¡PUEBLOS DE EUROPA! ¡CREAD BIENES SAGRADOS! ¡CONSTRUID! […] ¡Nada práctico, nada con ninguna utilidad! Pues, ¿acaso lo útil nos ha hecho felices?
Cartas de la Gläserne Kette, 24 de noviembre de 1919
La libertad cívica y política sigue siendo y será, eternamente, sin duda el más sagrado de los bienes, el fin más digno de cualquier esfuerzo y, de toda cultura, ciertamente el centro principal.
carta al duque de Augustenburg, 13 de julio de 1793
Alzando a los débiles del suelo,
levantando a los pobres del estiércol,
[…]
destronará a los reyes en su ira […]
y hará caer muchas cabezas.
[…]
Depuso al poderoso de su trono,
mientras elevaba a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes,
y a los ricos los dejó sin nada.
[…]
Él beberá del curso del torrente.
[…]
Y soplará y fluirán las aguas.
Salmos 112, 109 y 147 y Evangelio de Lucas 1