Las calles-galería constituyen uno de los encantos más preciosos que posee un Palacio de Armonía [...]. La Falange no tiene calle exterior o vía descubierta que se encuentre expuesta a las inclemencias del tiempo; cada cuartel del edificio nominal puede ser recorrido a través de una amplia galería que reina entera sobre el primer piso y en todos sus cuerpos; en las extremidades de esa vía hay pasillos que apoyan en columnas, o también subterráneos adornados, que proporcionan a las distintas partes y las dependencias del Palacio comunicación abrigada, elegante y acorde para cualquiera de las estaciones gracias a estufas o ventiladores [...]. La calle-galería o peristilo continuo se sitúa en el primer piso. No es adaptable a la planta baja, que es necesario atravesar en coche en diversos puntos por arcadas [...]. Las calles-galería de una Falange no reciben luz desde ambos lados, por cuanto son adherentes a cada uno de los cuerpos de edificio, los cuales disponen de doble fila de habitaciones; así, una de ellas recibe luz del campo, y otra de la calle-galería. Ésta debe tener la altura completa de tres pisos que toman de un lado luz a su través [...]. La planta baja contiene, en ciertos puntos, salas públicas y espacios de cocina, cuya altura absorbe el entresuelo. Y en ellos se practican las necesarias trampillas espaciadas para ir subiendo las comidas hasta las salas del primer piso. Una abertura que resulta muy útil en los días de fiesta y para el paso de caravanas y legiones, que, no habiendo lugar para acogerlas en las salas públicas llamadas Seristerios, podrán comer en una doble hilera de mesas en la calle-galería. Convendrá evitar en todo caso situar en la planta baja todas las salas de relaciones públicas, y ello por dos razones. Primero por ser preciso disponer, situados en la planta baja, alojamientos para los ancianos, y los de niños en el entresuelo. Segundo por cuanto es también preciso aislar a los niños de las relaciones no industriales que son propias de la edad madura
E. Poisson
Fourier, Anthologie
Nuevas arterias [...] comunicarían el corazón central de la ciudad con las diferentes estaciones, con el objeto de descongestionarlas. Otras serían parte en el combate con la revolución y la miseria; serían así vías estratégicas, perforando los focos de epidemia como los núcleos de la sublevación, facilitando al tiempo, con la entrada de un aire puro y vivificante, el mejor acceso del ejército, comunicando, como la calle Turbigo, las sedes del gobierno y los cuarteles, o, como el bulevar Príncipe-Eugenio, los cuarteles y los arrabales
G. Laronze
Le baron Haussmann, París, 1932