habitar
Nadie habrá de tener hacienda propia, ni ninguna vivienda ni almacén donde no pueda entrar quien lo desee […] y han de vivir reunidos, […] teniendo las comidas en común […], no debiendo mezclar la condición natural y áurea de sus almas con la posesión de oro mortal. […] Así ha de quedar configurada la felicidad [de la Ciudad], no para unos pocos separados, sino para todos justamente. Los guardianes han de vigilar que en la Ciudad nunca se deslicen inadvertidamente un par de cosas, a saber, la riqueza y la pobreza […], pues en efecto las demás ciudades no son una, sino al menos dos, y además enemigas mutuamente: la de los ricos y la de los pobres y, a su vez, otras muchas dentro de ellas […], pues lo que desgarra una ciudad y el mayor de sus males se produce cuando mío y no mío no coinciden con el conjunto de quienes la habitan. Si ninguno fuere poseedor de ninguna otra cosa que su cuerpo, siendo común cualquier otra cosa, no se dará disputa en la Ciudad por la familia ni por las riquezas. El matrimonio y la procreación han de ser además cosa común, amistosamente compartida, […] siendo a cada uno de los hombres todas las mujeres en común, sin cohabitar separadamente; con lo que tendrán hijos comunes y ningún padre conocerá a su hijo ni ningún hijo conocerá a su padre. […] Siendo a todos comunes las viviendas y en ellas las comidas en común, nadie habrá de tener nada privado […]. Y habrá que instruir a las mujeres en las mismas artes que los hombres, para que ellas estén en situación de poder hacer todo, como ellos. […], ejerciendo trabajos semejantes según la disposición de cada uno. No se da diferencia en que ya exista o que llegue a existir esta Ciudad, pues el que esté dotado de razón sólo en una con esas condiciones se dispondrá a actuar en ella
La República
Los utópicos son cultivadores, pero no propietarios de sus tierras. Las casas las habitan ciudadanos que las tienen por turno riguroso
Utopía
En mi ciego entusiasmo, erigí un templo a la felicidad amontonando piedra sobre piedra. […] La Ville naissante [la Ciudad naciente], donde cada edificio habrá de ser caso a caso del todo motivado, llegará quizá a ser habitada por hombres que sean menos criminales, donde la razón y el interés llegarán a ejercer un cierto imperio. De manera que, antes de guiarlos en dirección a la felicidad, deberán hacerse dignos de ella. […] Construyámosles pues un monumento dedicado a la Conciliación. […] Ha de ser tan sencillo como las leyes que allí deben fallarse […]. Los consejos de un árbitro experto, con su amor por la paz y la justicia, les infundirán dulce concordia
L???Architecture considerée sous le rapport de l???art, des moeurs et de la législation, (texto sobre el �??Pacífero�?�)
En las actuales condiciones de desarrollo de la sociedad […] es preciso imprimir en cada parte de lo que es el habitar humano [...] el modo de construcción monumental, para lograr alojar en ella no a unos pocos más privilegiados, sino a todos los hombres en palacios. Para que el hombre habite en un palacio debe vivir con sus semejantes en una relación de asociación [...] de estructura y carácter comunal
De la mission de l???art et du rôle des artistes. Salon de 1845
Inclinado a orillas de un arroyo se levanta un sauce que refleja su follaje plateado sobre las claras ondas de las aguas. Allí fue, adornada con caprichosas guirnaldas de ranúnculos, ortigas, velloritas y esas flores purpúreas de alto tallo que nuestros pastores licenciosos nombran en un modo harto grosero y las castas doncellas llaman en cambio ‘dedos de los muertos’. Ofelia trepó allí, por el ramaje, a colgar su corona, hecha de flor y hierba de los campos, cuando se quebró una torpe rama y, con sus trofeos vegetales, vino a caer en el gimiente arroyo. Se extendieron sus ropas, rodeándola, sosteniéndola a flote, como una nereida, un breve espacio. Y ella, mientras, cantaba, aún inconsciente de su propia desgracia, cual si la Natura la dotase para habitar allí en su elemento. Mas no podía prolongarse mucho, pues, al fin, los vestidos, cargados con el peso de las aguas que habían ido absorbiendo poco a poco, arrastraron al fondo a la infeliz, entregada aún al dulce canto, para morir ahogada en la corriente
Hamlet
La zona habitada por los colonizados no es complementaria de la que habitan los colonos. Ambas zonas se oponen, pero no al servicio de ninguna unidad superior. Regidas por una lógica de carácter puramente aristotélico, una y otra obedecen al principio de exclusión recíproca. La conciliación no es ahí posible, uno de los términos sobra
Les Damnés de la terre
En los decenios de antes del diluvio
hubo algunas crecidas.
Pero, aun siendo pequeñas,
a distancias algo irregulares
y en distinta medida
las aguas desbordaron de las costas. Y así, en ciertas comarcas,
se acostumbró la gente hasta tal punto
a las inundaciones que empezaron
a habitar grandes barcas,
incluso en los tiempos de sequía.
La construcción naval tuvo un impulso muy intenso. Antes, nunca
se construyeron diques tan potentes
como en el tiempo de antes del diluvio.
Y así llegó un año
en que el peligro de la inundación finalmente se dio por superado.
En el año siguiente
vino al fin el diluvio, sumergiendo
todos los diques, con sus constructores
Respuesta del dialéctico
La publicidad de la vida política, con la inmediata y total publicación de las decisiones de la Comuna y sus proclamas hecha casi siempre en forma de affiches, fueron creando una temporalidad ‘espontánea’ gracias a la cual los ciudadanos no estaban ya informados de su historia a partir del hecho, sino que habitaban el momento de su efectiva realización. La reapropiación de la ciudad y sus calles […] implicó a su vez la reinvención de los ritmos urbanos; así, las noches blancas y los ‘días revolucionarios’ eran mucho más que meros días marcados en rojo sobre un calendario: señalaban la introducción de un nuevo movimiento temporal.
The Emergence of Social Space: Rimbaud and the Paris Commune