I
 
 Ocurrió en nuestro tiempo.
 
 […]
 
 Sobre las calles, la manifestación
 va allanando todos los obstáculos.
 
 Va afluyendo
 la cola, rumorosa.
 
 Ya está cerca del parque.
 Llega al puente
 Troitski.
 
 Desde el Neva, ocho descargas.
 La novena, cansada.
 
 Gente al trote.
 
 A lo lejos:
 “¡Venganza!”
 
 Corren por las aceras.
 
 Cae la noche
 que la aurora ya no levantará.
 
 Al tronar de descargas,
 desde las barricadas otro trueno.
 
 […]
 
 Obstinada y desnuda, sin sonrojo,
 la ciudad se mostraba toda entera.
 
 
 II
 
 Esos días son como un periódico,
 pueden leerse al azar,
 por cualquier lado.
 
 Tengo catorce años,
 quince dentro de un mes.
 
 [...]
 
 La ciudad sueña.
 
 […]
 
 La bencina prolongó el ocaso,
 y, detrás, se retuerce
 aún el rojo gayo de las llamas.
 
 
 III
 
 En la calle, cuajada,
 saludando despacio a las banderas.
 
 Se apagaban los coros a lo lejos
 y se despeinó la oscuridad.
 
 Mira el sol, a través de sus gemelos.
 Cañoneo y ocaso, todo el día.
 
 […]
 
 Los crujientes montones de la nieve,
 los cadáveres, puestos sobre el suelo
 como si se lanzaran a volar.
 
 Ocurrió en nuestro tiempo.
 
 […]
 
 Esos primeros días de febrero
 me enamoré de la tormenta.
							B. Pasternak
							El año 1905