centro
Y (una vez que el hombre y la mujer comieron del árbol del centro del jardín, conocedores ya del bien y el mal) dijo Yaveh: “¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora pues, cuidado, no tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre; Y le echó del Edén, a que labrase el suelo del que había sido formado. Y, tras haber expulsado al hombre, puso ante el jardín sus querubines y la vibrante espada, llameando, a guardar el camino que conduce al árbol de la vida
Génesis, 3, 22-24
“Muros, anillos e inmovilidad. Durante dos mil años la humanidad creyó que el Sol y todos los astros del cielo daban vueltas a su alrededor. El Papa, los cardenales, los príncipes, los eruditos, capitanes, comerciantes, pescaderas y escolares creyeron estar inmóviles, sentados dentro de esa bola de cristal. Pero nosotros iniciamos nuestro viaje y tomamos el largo. El tiempo viejo ha pasado, ésta es una nueva era […]. Tal como son estrechas las ciudades, son también muy estrechas las cabezas. Reinan la peste y las supersticiones. Cierto, pero eso significa que aunque la cosa sea así no tendrá por qué seguirlo siendo. Porque todo se mueve. […] Lo de los viejos libros ya no basta. Donde la fe imperó más de mil años, hoy se asienta la duda […] Una fresca corriente, un fresco viento, hoy levanta las doradas faldas y ropajes de nobles y prelados, tras dejarnos sus muslos a la vista: piernas gordas y grasas, piernas flacas, pero piernas que son como las nuestras. Pero ahora el cielo está vacío […]. El Universo ya no tiene centro dado que ahora los tiene por millares, pues cada uno y ninguno de nosotros pueden ser contemplados como centro”. […] “No sabemos bastante todavía. En realidad, aún estamos al principio”
Galileo Galilei
La ciudad se divide en cuatro partes, en mitad de cada una de las cuales se levanta un mercado público, en el cual entregan las familias todo cuanto produce su trabajo […]. A su vez, cada padre de familia busca allí cuanto necesitan él mismo y los suyos, y se lleva de allí cuanto desea sin pagarlo ni dar nada a cambio. […] Han dispuesto además en cada barrio vastos edificios construidos a distancias iguales […] adscribiéndose a cada uno de ellos treinta familias que van allí a comer […]. Comen y cenan en comunidad. […] Los que regentan esos edificios van a proveerse a los mercados de los alimentos necesarios para aquellos que acuden a su centro, distribuyendo así los alimentos en proporción a la población. […] E igual sucede en los hospitales en donde se cuida a los enfermos. Todos ellos son públicos y administrados en común
Utopía
Ante el total derrumbe al que asistimos de las tradicionales diferencias en cuestiones de rango en el terreno de la arquitectura, todas las tareas constructivas habrían de tener igual valor [...]. El viejo eclecticismo de los temas, que se ocupaba casi en exclusiva de castillos, iglesias y mansiones y, a veces, construcciones defensivas [...], queda reprimido y desplazado por el nuevo universalismo arquitectónico. Ese proceso revolucionario que constituye el aburguesamiento en la construcción de las viviendas corre en cierto modo en paralelo al abandono de la articulación propiamente barroca como forma de arte [...]. Un más amplio complejo, concebido en calidad de colonia o asentamiento en el exterior de las ciudades, consiste en cierto número de viviendas de entre dos y cuatro habitaciones levantadas en torno a un patio cuadrado, cada una de ellas con su guardarropa, mientras que la cocina, las despensas y los otros espacios de trabajo se disponen en una construcción situada en el centro de ese patio. Se muestra así quizá por vez primera el tipo de vivienda que actualmente se viene proponiendo en nuestro entorno como casa con cocina comunal
Von Ledoux bis Le Corbusier. Ursprung und Entwicklung der autonomen Architektur
Las Tullerías ardiendo, a nuestra izquierda. Nada más caer la noche, los communards habían incendiado uno y otro extremo del palacio, los pabellones de Flora y de Marsan. Desde ellos, el fuego fue ganando el Pabellón del Reloj a toda prisa, en el centro de la edificación, en donde se había preparado una mina compuesta de toneles de pólvora, amontonados en la Sala de los Mariscales. En ese momento, a través de las ventanas reventadas de los edificios intermedios, salían torbellinos de humo rojo, atravesados de azules llamaradas. Cedían los techos, recorridos por ardientes grietas, y se iban abriendo como tierra volcánica al empuje del fuego en su interior [...]. De pronto se escuchó un terrible estruendo. Era el momento en que, en las Tullerías, el fuego alcanzó al cuerpo central, a la Sala de los Mariscales. Los toneles de pólvora ardían por efecto del incendio, y el Pabellón del Reloj saltó en pedazos, envuelto en una inmensa polvareda, y una inmensa gavilla, una alta espiga inundó totalmente el negro cielo, como florido ramo de la fiesta
La Débâcle
Profecía
En el mundo había un hijo
que fue un día a Calabria:
era verano, estaban
las bellotas vacías
–como en los cuentos de hadas–,
con el color del hambre.
Cual pocilgas sin cerdos
en el centro de huertos esquilmados,
y de campos sin tierra,
y arenosas riberas desecadas.
Las campiñas,
cultivo de la luna,
las espigas crecidas por boca de esqueletos.
El viento del mar jónico
sacudía la paja, renegrida,
como en sueños proféticos. /Y la luna fecal, que cultivaba
las tierras que el estío nunca amó.
[…]
¡Pero allí no hay quien viva!
¡Ah!, decidme, ¿aún por cuánto tiempo
y con tanta grandeza luchará
el obrero, en Milán, por su salario?
Sí, que del hijo los quemados ojos,
de la luna, en las trágicas hectáreas,
ven lo que su lejano
hermano del norte desconoce.
[…]
¡Ah!, obrero de Milán, ¿por cuánto tiempo
sólo lucharás por el salario?
¿No lo ves? Como a un santo
te veneran.
Allá arriba en verdad te llevarían,
desde sus viejas tierras,
animales y frutos, cual fetiches oscuros,
para depositarlos, poseídos del orgullo del rito,
en tus pobres cuartuchos siglo veinte,
entre nevera y televisión,
atraídos por tu divinidad.
Tú, de las Comisiones,
del Sindicato, divinidad aliada
con el maravilloso sol del Norte.
En su tierra de tan diversas razas
la luna labra un campo
que tú le has cedido inútilmente.
[…]
Alí el de Ojos Azules,
uno de tantos hijos de los hijos,
viajará desde Argel, sobre las naves,
a vela y remo y, con él, miles de hombres
con sus cuerpos pequeños
y ojos de perros pobres de sus padres,
sobre barcas varadas en los Reinos del Hambre.
Se traerán con ellos a sus niños,
y se traerán envuelto el pan y el queso
dentro de los papeles amarillos del Lunes de Pascua.
Traerán las abuelas y los asnos
en trirremes robadas
de los viejos puertos coloniales.
Desembarcarán en Palmi o en Crotona,
por millones, vistiendo asiáticos andrajos
y camisas a la americana.
Como pillos que hablan a otros pillos,
de repente dirán los calabreses:
‘Miradlos, son los viejos hermanos,
con el pan y el queso y con los hijos’.
Y subirán de Crotona o Palmi
hasta Nápoles, hasta Barcelona,
y hasta Tesalónica y Marsella,
a las Ciudades de la Mala Vida.
Almas y ángeles, piojos y ratones
que, con el germen de la Historia Antigua, /volarán frente a las wilaye
�??Profezia�?�, en Poesia in forma di rosa, 1961-1964