colectivo
Libertad compartida, sentirse cada uno igual del otro, reciprocidad de las conciencias: es la sustancia misma de la fiesta [...]. Presencia colectiva, acontecimiento global [...]. Despertar de un sujeto colectivo [...]. Culto de la presencia pura [...]. Advenimiento de una transparencia [...]. Imagen en sí misma indivisible de un encuentro humano multiplicado de forma indefinida [...]. Un pensar en común
La invención de la libertad
Este siglo, en que se va a exaltar la idea de la libertad, debía comenzar por tomar conciencia del horror de los calabozos de una forma que raya en la obsesión; ya se trate de los torreones del marqués de Sade –donde impera el capricho sanguinario de una secta secreta–, de relatos auténticos o ficticios o de las propias obras de teatro en que se denuncia lo arbitrario de la inquisición y el absolutismo, el tema carcelario reaparece como escenografía o desgracia vivida. Si el primer acto de la Revolución francesa –la toma de la Bastilla– es la destrucción de una prisión, el hecho corresponde claramente a una imagen grabada como a fuego sobre la conciencia colectiva
La invención de la libertad
Al no ser la Soberanía sino como tal el ejercicio de la voluntad general, no puede alienarse en ningún caso, tal como, no siendo el soberano sino un ser colectivo, sólo por sí puede ser representado. […] En cuanto un pueblo se da Representantes deja de ser libre y ya no existe
La Ciudad se encuentra dividida formando siete círculos enormes que, a través de cuatro grandes vías, se comunican sucesivamente. […] Son un pueblo oriundo de la India entre el cual había muchos hombres dedicados a filosofar. Huyendo de las tropelías de los tártaros y el abuso de toda clase de tiranos, fueron a parar a aquella ; […] Resolviendo organizar allí su vida la planificaron en común, tal como enseña la filosofía. […] Una de las costumbres principales es la comunidad de las mujeres, como también ocurre con las cosas. Todo es allí de propiedad común […] de manera que todos participan del alimento en forma equitativa, tal como lo hacen con las ciencias, los honores y las diversiones, sin que nadie pueda en ningún caso apropiarse de nada en exclusiva. En su opinión, toda propiedad ha surgido de que cada individuo quiere para él solo una mujer y una familia y una casa, de lo que viene todo el egoísmo […], con lo cual viene cada uno a robarle a la comunidad. […] Les parece de lo más extraño que consideremos como innoble al que practica un arte manual, mientras que creemos que son nobles los que, sin tener ningún oficio y rodeados de enjambres de sirvientes, se abandonan al ocio y la lascivia, con un daño evidente para el bienestar de la república. […] Ahora bien, al que sabe más oficios es al que consideran el más noble […], y además los trabajos fatigosos de entre los trabajos productivos son también los más considerados, por lo que ninguno los rechaza. […] Todos tratan sin duda de quedar primero en el trabajo […], pues a todo aquel que sobresale en la actividad que realiza le conceden el título de rey (uno que se reserva a los mejores, no a los que no saben hacer nada). […] La superioridad, cada seis meses, determina quién ha de dormir habitando en uno u otro círculo y ocupando tal o cual estancia, después de lo cual vuelve a cambiar […], y cada actividad u ocupación – manual o especulativa– es común a los ciudadanos, sin que importe ser de uno u otro sexo. […] Cada círculo tiene sus cocinas y sus grandes despensas colectivas […], comen en grandes mesas, reunidos, […]se afanan todos por servir […] porque nadie cree rebajarse al prestar los servicios necesarios en los comedores y cocinas, o en los almacenes y talleres, […] y cada uno tiene su porción. […]Todos visten de blanco, con un traje determinado por las estaciones. […] La planta baja de los edificios se dedica a graneros y talleres, guardarropas, despensas, comedores y lavanderías comunales; […] allí adentro se ejercen los oficios, mientras que los espacios superiores –todos adornados con pinturas– se reservan a la actividad de carácter especulativo, sobre cuya materia se realizan, en los atrios, los cursos y lecciones. [….] Y así, como todas las tareas, las artísticas como las manuales, se reparten y se hacen entre todos, cada ciudadano no trabaja sino cada día cuatro horas, dedicándose luego todo el resto a perfeccionarse en cuanto hace a los aspectos físico y moral. […] No hay allí esclavitud ni servidumbre […], ni hay avidez alguna de riquezas ni por poseer plata ni oro –que tan sólo se encuentran destinados a fabricar algunos utensilios que también emplean en común– […], porque nadie carece de cuanto le sea necesario –y aun lo que su capricho le sugiera–. […] La posesión de bienes, en efecto, no les despierta la menor codicia, puesto que realmente todo el mundo tiene allí cuanto necesita, más aquello que pueda recibir en calidad de premio o galardón, dado que la república acostumbra hacer ciertos regalos a sus héroes. […] De este modo, la vida colectiva hace a cada uno, al tiempo, rico y pobre: rico porque lo posee todo, pobre porque nada es sólo suyo; pero nadie se afana o se preocupa de servir a las cosas, sino, al contrario, de servirse de ellas. […] Cierto que no ignoran el dinero, acuñando moneda destinada a las actividades exteriores de sus embajadores y emisarios. Pero, al contrario, de los mercaderes que, procedentes de los demás países, han llegado hasta allí, interesados por el exceso de su producción, nunca les piden que les den dinero, sino las diferentes mercancías de las cuales carezca la Ciudad. […] Deliberan, reunidos en Consejo, sobre lo que el pueblo necesita, e invisten a los magistrados designados para cada cargo en la Asamblea General, relevándolos luego, en su momento, por acuerdo del pueblo en su conjunto. […] Tratan muy bien a los extranjeros […], enseñándoles todo aquel Estado para que vean el orden que allí reina (porque están firmemente convencidos de que al final el mundo entero no tendrá otro destino y solución que adoptar aquel modo de vida), y permiten que vayan al Consejo y a sentarse en la mesa colectiva. Y, si quieren unirse a aquel Estado, los someten a prueba y luego adoptan la resolución correspondiente. […] En lo que hace a la procreación, todo el mundo se encuentra sometido a lo que ordenan las autoridades, pues la progenie es considerada como bien público, no particular
La Ciudad del Sol
Los trabajos caseros, en su forma individual, han empezado a desaparecer, siendo sustituidos día a día por el trabajo casero colectivo. Llegará un día […] en que la mujer trabajadora no tendrá que ocuparse de su hogar […]. En el seno de una Sociedad Comunista, la mujer trabajadora no tendrá que pasar en la cocina sus escasas horas de descanso, porque habrá restaurantes públicos y cocinas centrales a los que podrá ir todo el mundo […]. Y lo mismo se puede decir al respecto del lavado de ropa, con la organización de lavaderos centrales, o de otros talleres específicos para los restantes trabajos caseros
El 18 de marzo quizá debimos golpear mejor. La cuestión fue: elecciones o marchar sobre Versalles. La respuesta debió ser: ambas cosas. […] No esperen más de la Comuna que lo que esperen de sí mismos. Publiquemos todos los discursos, comuniquemos nuestra insuficiencia, demos publicidad a cuanto hagamos, porque nada tenemos que temer si no es a nosotros ; La liberación de la Comuna de París es la de todas las de la República. […] La república de la gran revolución del 92 era un soldado, pero la república de la Comuna ha de ser un trabajador; “El Estado es el pueblo que se rige a sí mismo”. “La estatura de un pueblo corresponde a la del último de sus ciudadanos”. “Considerando que la meta de la vida reside en el completo desarrollo de nuestro ser físico, espiritual y moral, la propiedad no ha de ser sino el derecho a que cada uno participe, en la medida de su colaboración, en el producto común y colectivo del trabajo de todos. En talleres y fábricas, se organizará el trabajo colectivo”. [Estos últimos textos de Beslay, entrecomillados, corresponden a su proclama de apertura de la sesión inaugural de la Comuna, el 29 de marzo de 1871]
Los días de la Comuna
Por mantenerse en forma y mantener su capacidad revolucionaria, el pueblo emplea ciertos episodios de la vida de la colectividad. Por ejemplo, el bandido que consigue aguantar por varios días el acoso feroz de los gendarmes […], o el que, en combate singular, sucumbe después de haber tumbado a unos cuatro o cinco policías, o el que se suicida por no dar, torturado, los nombres de sus cómplices, constituyen faros para el pueblo, esquemas de acción, héroes reales. Y no sirve de nada decir que ese héroe era un ladrón, un crápula o un tipo depravado. Si la acción por la que ese hombre es perseguido por las fuerzas de los colonialistas estuvo estrictamente dirigida contra un hombre o un bien colonial, la demarcación es absoluta. El proceso de identificación es automático
Les Damnés de la terre
La emoción prefigura el descubrimiento del colectivo, […] tiene el poder de suscitar una individuación del colectivo
L???Individuation psychique et collective