pasado
“Muros, anillos e inmovilidad. Durante dos mil años la humanidad creyó que el Sol y todos los astros del cielo daban vueltas a su alrededor. El Papa, los cardenales, los príncipes, los eruditos, capitanes, comerciantes, pescaderas y escolares creyeron estar inmóviles, sentados dentro de esa bola de cristal. Pero nosotros iniciamos nuestro viaje y tomamos el largo. El tiempo viejo ha pasado, ésta es una nueva era […]. Tal como son estrechas las ciudades, son también muy estrechas las cabezas. Reinan la peste y las supersticiones. Cierto, pero eso significa que aunque la cosa sea así no tendrá por qué seguirlo siendo. Porque todo se mueve. […] Lo de los viejos libros ya no basta. Donde la fe imperó más de mil años, hoy se asienta la duda […] Una fresca corriente, un fresco viento, hoy levanta las doradas faldas y ropajes de nobles y prelados, tras dejarnos sus muslos a la vista: piernas gordas y grasas, piernas flacas, pero piernas que son como las nuestras. Pero ahora el cielo está vacío […]. El Universo ya no tiene centro dado que ahora los tiene por millares, pues cada uno y ninguno de nosotros pueden ser contemplados como centro”. […] “No sabemos bastante todavía. En realidad, aún estamos al principio”
Galileo Galilei
“Yo soy Caupolicán, que el hado mío
por tierra derribó mi fundamento,
y quien del araucano señorío
tiene el mando absoluto y regimiento.
[…]
Soy quien mató a Valdivia en Tucapelo
y quien dejó a Purén desmantelado,
soy el que puso a Penco por el suelo
y el que tantas batallas ha ganado.
[…]
Descalzo, destocado, a pie desnudo,
dos pesadas cadenas arrastrando,
con una soga al cuello y grueso nudo
de la cual el verdugo iba tirando,
cercado en torno de armas y el menudo
pueblo detrás, mirando y remirando
si era posible aquello que pasaba,
que, visto por los ojos, aún dudaba.
De esta manera, pues, llegó al tablado
que estaba un tiro de arco del asiento,
media pica del suelo levantado,
de todas partes a la vista exento,
donde con el esfuerzo acostumbrado,
sin mudanza y señal de sentimiento,
por la escala subió tan desenvuelto
como si de prisiones fuera suelto.
Puesto ya en lo más alto, revolviendo
a un lado y otro la serena frente,
estuvo allí parado un rato, viendo
el gran concurso y multitud de gente
que el increíble caso y estupendo
atónita miraba atentamente,
teniendo a maravilla y gran espanto
haber podido la fortuna tanto.
Llegóse él mismo al palo, donde había
de ser la atroz sentencia ejecutada,
con un semblante tal, que parecía
tener aquel terrible trance en nada,
diciendo: “Pues el hado y suerte mía
me tienen esta suerte aparejada,
venga, que yo la pido, yo la quiero,
que ningún mal hay grande si es postrero”.
[…]
No el aguzado palo penetrante,
por más que las entrañas le rompiese
barrenándole el cuerpo, fue bastante
a que al dolor intenso se rindiese,
que con sereno término y semblante,
sin que labio ni ceja retorciese,
sosegado quedó de la manera
que si asentado en tálamo estuviera.
En esto seis flecheros señalados,
que prevenidos para aquello estaban,
treinta pasos de trecho desviados
por orden y despacio le tiraban;
y, aunque en toda maldad ejercitados,
al despedir la flecha vacilaban,
temiendo poner mano en un tal hombre
de tanta autoridad y tanto nombre.
Mas Fortuna cruel, que ya tenía
tan poco por hacer y tanto hecho,
si tiro alguno avieso allí salía,
forzado el curso le traía derecho,
y en breve, sin dejar parte vacía,
de cien flechas quedó pasado el pecho,
por do aquel grande espíritu echó fuera,
que por menos heridas no cupiera.
[…]
Quedó abiertos los ojos, y de suerte
que por vivo llegaban a mirarle,
que la amarilla y afeada muerte
no pudo aun puesto allí desfigurarle;
era el miedo en los bárbaros tan fuerte
que no osaban dejar de respetarle,
ni allí se vio en alguno tal denuedo
que puesto cerca de él no hubiese miedo.
La voladora Fama presurosa
derramó por la tierra en un momento
la no pensada muerte ignominiosa
causando alteración y movimiento;
luego la turba incrédula y dudosa,
con nueva turbación y desaliento,
corre con prisa y corazón incierto
a ver si era verdad que fuese muerto.
Era el número tanto que bajaba
del contorno y distrito comarcano,
que en ancha y apiñada rueda estaba
siempre cubierto el espacioso llano;
crédito allí a la vista no se daba
si ya no le tocaban con la mano,
y, aun tocado, después les parecía
que era cosa de sueño o fantasía.
No la afrentosa muerte impertinente
para temor del pueblo ejecutada,
ni la falta de un hombre así eminente,
en que nuestra esperanza iba fundada,
amedrentó ni acobardó la gente;
antes, de aquella injuria provocada,
a la cruel satisfacción aspira
llena de nueva sabia y mayor ira”.
La Araucana, canto XXIV
Ha llegado la hora para el viejo tipo de familia. Pero la culpa no es del comunismo: es resultado del cambio experimentado en las actuales condiciones de vida. La familia ha dejado de ser una necesidad para el Estado, tal como lo era en el pasado. […] De las ruinas de la vieja vida familiar, veremos surgir una […] forma de familia que supondrá relaciones diferentes […] que se basen en la unión de afectos; […] una unión entre dos personas iguales […], trabajadoras, libres, e independientes una y otra
Civilización negra, pueblo negro, pero ¿qué historia es ésa? […] ¿Qué de hacer yo con un imperio negro? […] “No me debo atar a revivir civilización negra alguna que haya sido ignorada injustamente. No soy el hombre de ningún pasado. No quiero cantar ningún pasado a costa de mi futuro y mi presente
Peau noire, masques blancs
Los vietnamitas que hoy mueren ante el pelotón de ejecución no esperan que su sacrificio haga reaparecer ningún pasado. Si aceptan morir, es en nombre del futuro y del presente
Peau noire, masques blancs
Uno de los motivos que aparecen con mayor insistencia en los movimientos revolucionarios europeos a lo largo del siglo XVII, aunque sea a través de remitirse a las tradiciones e instituciones del pasado, es la petición de paridad de representantes del pueblo y la nobleza a nivel nacional y ciudadano. Un motivo que tiene como origen un análisis crítico de las jerarquías existentes. Una revisión de las funciones de los estratos sociales y la relación de gobierno y sociedad cuya elaboración conceptual hunde firmemente sus raíces en la revolución dada en la ciencia y el debate teórico-político que acompaña las luchas religiosas a mediados del siglo XVI
Ribelli e riformatori dal XVI al XVIII secolo
En el período que analizamos, las exigencias de cambio normalmente se inscriben en fórmulas de retorno al pasado y de defensa de la tradición. En el lenguaje político del XVII palabras como ‘novedad’ o ‘innovación’ suelen tener significado negativo, y el cambio de estado solamente resulta invocable en tanto que forma de retorno al origen. […] Aun así, no siempre es de excluir que en el marco de la invocación ejercida respecto del pasado no se den contenidos reformistas o innovadores. […] La referencia al pasado, en muchos casos, sea consciente o inconscientemente, cumple al mismo tiempo la función de añadir fuerza y efectividad a lo que, de hecho, son ideas nuevas
Ribelli e riformatori dal XVI al XVIII secolo
Revolución, en sentido pleno, no se hizo posible antes del final del XVIII, es decir, antes que la gente no mirara al futuro antes que al pasado para radicar sus esperanzas, antes a la tierra que no al cielo, a constituciones escritas y no a eternas y divinas leyes naturales
�??The preconditions of revolution in early modern Europe: did really exist?�?�
Los hombres hacen lo que es su propia historia, pero no a su completa voluntad, en circunstancias elegidas libremente; bien al contrario, éstas se las encuentran hechas, terminadas, dadas como herencia del pasado. La tradición de las generaciones muertas carga como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos. Y cuando parecen ocupados en transformarse y cambiar la realidad creando algo totalmente nuevo, a saber, justamente en el momento de una crisis revolucionaria, comienzan a evocar ansiosamente y a llamar al rescate a los manes de sus antepasados, para ir tomando entonces de ellos nombres, atavíos y consignas, representando la nueva pieza histórica con lenguaje prestado y venerablemente travestidos. Así cubrió Lutero sus facciones con la máscara del apóstol Pablo, mientras la Revolución de 1789-1814 se disfrazó de modo alternativo como República romana y como Imperio, y la revolución del 1848 no supo encontrar nada mejor que parodiar en unas ocasiones el 1789, y en otras en cambio la tradición revolucionaria del 1793-1795
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
La revolución social […] no ha de extraer ya su poesía del pasado, sino del futuro solamente
El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
Con la destrucción del monumento de la columna de la place Vendôme se deroga la historia—es decir, se produce un presente sin tiempo, se aniquila el pasado mientras se crea un futuro incierto–. […] Para los Comuneros, la existencia de la columna congelaba el tiempo: era ‘un insulto permanente’, equivalente a ‘un perpetuo asalto.’ […] "Vi caer la columna; en el momento en que sonó el silbato cayó toda entera, de una pieza, como un decorado teatral sobre un cuidado lecho de basura. Ese gran símbolo de la Grande Armée, ¡qué vacío y que frágil era! Parecía roído desde dentro por toda una multitud de ratas, al igual que la propia Francia, en su deslustrada y vieja gloria.” [Descripción de un testigo, Louis Barron]
The Emergence of Social Space: Rimbaud and the Paris Commune