“Muros, anillos e inmovilidad. Durante dos mil años la humanidad creyó que el Sol y todos los astros del cielo daban vueltas a su alrededor. El Papa, los cardenales, los príncipes, los eruditos, capitanes, comerciantes, pescaderas y escolares creyeron estar inmóviles, sentados dentro de esa bola de cristal. Pero nosotros iniciamos nuestro viaje y tomamos el largo. El tiempo viejo ha pasado, ésta es una nueva era […].
Tal como son estrechas las ciudades, son también muy estrechas las cabezas. Reinan la peste y las supersticiones. Cierto, pero eso significa que aunque la cosa sea así no tendrá por qué seguirlo siendo. Porque todo se mueve. […] Lo de los viejos libros ya no basta. Donde la fe imperó más de mil años, hoy se asienta la duda […]
Una fresca corriente, un fresco viento, hoy levanta las doradas faldas y ropajes de nobles y prelados, tras dejarnos sus muslos a la vista: piernas gordas y grasas, piernas flacas, pero piernas que son como las nuestras. Pero ahora el cielo está vacío […]. El Universo ya no tiene centro dado que ahora los tiene por millares, pues cada uno y ninguno de nosotros pueden ser contemplados como centro”.
[…]
“No sabemos bastante todavía. En realidad, aún estamos al principio”
B. Brecht
Galileo Galilei
La zona habitada por los colonizados no es complementaria de la que habitan los colonos. Ambas zonas se oponen, pero no al servicio de ninguna unidad superior. Regidas por una lógica de carácter puramente aristotélico, una y otra obedecen al principio de exclusión recíproca. La conciliación no es ahí posible, uno de los términos sobra
F. Fanon
Les Damnés de la terre