situación
El Estado de Francia en esa época consistía en un conglomerado de privilegios contradiciendo toda idea, y hasta la razón en general, una más que absurda situación de una corrupción descomunal, un auténtico reino de injusticia. La opresión terriblemente dura que ejercía su peso sobre el pueblo, las dificultades del gobierno para garantizar a aquella corte los medios que le eran necesarios a su lujo y prodigalidad daban ocasión al descontento. El nuevo espíritu empezó a actuar: la opresión dio paso al libre examen. Y se hizo evidente que las enormes sumas arrancadas cada día al sudor del pueblo no eran realmente dedicadas a los fines propios del Estado, sino derrochadas locamente. Así, todo el sistema del Estado fue visto como injusta iniquidad
Nadie habrá de tener hacienda propia, ni ninguna vivienda ni almacén donde no pueda entrar quien lo desee […] y han de vivir reunidos, […] teniendo las comidas en común […], no debiendo mezclar la condición natural y áurea de sus almas con la posesión de oro mortal. […] Así ha de quedar configurada la felicidad [de la Ciudad], no para unos pocos separados, sino para todos justamente. Los guardianes han de vigilar que en la Ciudad nunca se deslicen inadvertidamente un par de cosas, a saber, la riqueza y la pobreza […], pues en efecto las demás ciudades no son una, sino al menos dos, y además enemigas mutuamente: la de los ricos y la de los pobres y, a su vez, otras muchas dentro de ellas […], pues lo que desgarra una ciudad y el mayor de sus males se produce cuando mío y no mío no coinciden con el conjunto de quienes la habitan. Si ninguno fuere poseedor de ninguna otra cosa que su cuerpo, siendo común cualquier otra cosa, no se dará disputa en la Ciudad por la familia ni por las riquezas. El matrimonio y la procreación han de ser además cosa común, amistosamente compartida, […] siendo a cada uno de los hombres todas las mujeres en común, sin cohabitar separadamente; con lo que tendrán hijos comunes y ningún padre conocerá a su hijo ni ningún hijo conocerá a su padre. […] Siendo a todos comunes las viviendas y en ellas las comidas en común, nadie habrá de tener nada privado […]. Y habrá que instruir a las mujeres en las mismas artes que los hombres, para que ellas estén en situación de poder hacer todo, como ellos. […], ejerciendo trabajos semejantes según la disposición de cada uno. No se da diferencia en que ya exista o que llegue a existir esta Ciudad, pues el que esté dotado de razón sólo en una con esas condiciones se dispondrá a actuar en ella
La República
La República Soviética no dejó piedra sobre piedra de las leyes que colocaban a la mujer en situación de sometimiento. Me refiero en particular a las leyes que aprovechaban sobre todo la débil situación de la mujer, para así privarla de derechos y colocarla en condiciones humillantes; es decir, a las leyes de divorcio, la cuestión de los hijos ilegítimos y el derecho de la mujer a demandar jurídicamente al padre del niño para que asegure su sustento
Las tareas del movimiento obrero femenino en la República Soviética
La situación colonial es tal que obliga al colonizado a apreciar peyorativamente y sin matices cuanto le trajo el colonizador
L???An V de la révolution algeriénne
La verdad expresada de manera objetiva viene a quedar viciada todo el tiempo por la situación colonial
L???An V de la révolution algeriénne
La situación colonial uniformiza toda relación, dicotomizando en su conjunto la sociedad colonial de manera tajante
L???An V de la révolution algeriénne
El argelino, a través de la existencia de una guerra hecha por los suyos, desemboca de pronto al interior de lo que es una comunidad en acto. […] La impugnación hecha del principio de dominio extranjero arrastra mutaciones esenciales en la conciencia del colonizado, en su percepción del colonizador, en su situación de hombre en el mundo
L???an V de la révolution algeriénne
Es rigurosamente cierto que se efectúa la descolonización, pero es falso creer y pretender que ese proceso es fruto de una dialéctica objetiva. […] La situación en África es producto de la acción revolucionaria, sea ésta política o armada –o de ambas de modo simultáneo–, que hoy impulsan las masas africanas
�??Unité et solidarité effective sont les conditions de la libération africaine�?�
Coro.- “Lo realmente importante es comprender.
Muchos responden: sí,
pero en ellos no existe aceptación,
porque no ha existido entendimiento.
Muchos no han sido nunca consultados.
Muchos están de acuerdo erróneamente,
falsamente. Por ello,
lo realmente importante es comprender”.
El maestro.- “No puedes andar, estás enfermo, y nosotros debemos continuar. Como sabes, la vieja ley exige que al que enferma en un viaje como éste se le ha de arrojar al precipicio. De ese modo, la muerte es inmediata. Mas la costumbre impone que se le pregunte si lo acepta, como también impone que su respuesta sea afirmativa”.
El chico.- “Lo comprendo”.
El maestro.- “¿Pides que volvamos o te muestras de acuerdo en que te arrojemos al barranco tal como lo exige la costumbre?”
El chico.- “No, no estoy de acuerdo”.
Los compañeros.- “¡Ha dicho no! ¿Cómo es que no aceptas lo que tiene dispuesto la costumbre? Aceptaste antes de partir cuanto resultara de este viaje y dijiste que te conformarías… ¡Quien dijo a debe decir b!”
El chico.- “Mi aceptación fue equivocada, pero la pregunta más aún. ¡Quien dice a no ha de decir b! He salido de viaje para volver con unas medicinas y curar a mi madre que está enferma, pero ahora soy yo el que está enfermo. Vuestro viaje es de estudios y lo podéis hacer más adelante. Y además, si hay algo que aprender, es a valorar exactamente la situación en que nos encontramos. De la vieja costumbre, me parece que es equivocada. Hemos de imponernos una nueva, y además imponerla cuanto antes: la de que a cada nueva situación hay que replantearse lo que hacer”.
Los compañeros.- “Lo que nos dice el chico no es heroico, pero en cambio parece razonable […]. Una antigua costumbre como ésa no nos debe impedir aceptar la verdad de un pensamiento…”.
Coro.- “Entonces los amigos lo tomaron
para fundar ahora un nuevo uso
y promulgar una nueva ley.
Lo llevaron de vuelta, caminando
apretados unos junto a otros,
afrontando las burlas, los escarnios,
con los ojos cerrados, y ninguno
entre ellos era más cobarde”.
El que dice no
Reivindicar el carácter asalariado de ese trabajo es en realidad el primer paso para rechazar tener que hacerlo, puesto que la demanda de salario lo hace visible, y esa concreta visibilidad es la condición indispensable para empezar a rebelarse contra toda esta situación, y ello tanto en su aspecto de trabajo doméstico como en su carácter insidioso como propio de lo femenino.
Ya que el escritor no tiene modo alguno de evadirse, que se abrace estrechamente con su época; es su única oportunidad; su época está hecha para él como él está hecho para ella. Suele lamentarse la indiferencia de Balzac ante las jornadas del 48 y la temerosa incomprensión de Flaubert ante la Comuna: la lamentación es por ellos; ahí hay algo que perdieron para siempre. No queremos perder nada de nuestro tiempo; tal vez los hubo mejores, pero éste es el nuestro. No tenemos más que esta vida por vivir, en medio de esta guerra, tal vez de esta revolución. Que nadie deduzca de esto que predicamos una especie de populismo; es todo lo contrario. El populismo es hijo de viejos, el lamentable vástago de los últimos realistas; otro modo más de lavarse las manos. Por el contrario, estamos convencidos de que no es posible lavarse las manos. Aunque nos mantuviésemos mudos y quietos igual que una piedra, nuestra pasividad sería una acción. Quien consagre su vida a hacer novelas sobre los hititas toma posición con esa abstención. El escritor tiene una situación en su época; cada palabra suya repercute. También cada silencio.
¿Qué es la literatura?