casa
Cuando los dioses hacían de hombres
hacían su tarea, trabajaban:
considerable era su labor,
su trabajo pesado, interminable.
[...]
Tras ponerse de acuerdo unos con otros
los grandes dioses sortearon sus destinos:
Subió Anu al cielo,
Enlil tomó la tierra por dominio,
y el cerrojo que pone dique al mar
le fue entregado a Enki.
[...]
Y los dioses celestes, Anunnaku,
impusieron a los Igigu su tarea.
Y los dioses Igigu excavaban
para abrir los canales que dan vida a la tierra.
Así abrieron los cursos de los ríos.
[...]
Trabajaron así más de cien años,
trabajaron así más de quinientos,
novecientos años trabajaron,
más de mil debieron trabajar.
Tras haber levantado las montañas
calcularon los años de trabajo.
Calcularon los años de trabajo
tras disponer las ciénagas del sur.
Calcularon los años de trabajo
que superaban los dos mil quinientos,
siempre así trabajando, noche y día,
hasta que, agotados del trabajo,
comenzaron unidos a gritar:
“Vamos a por el jefe –se dijeron–,
liberémonos de tan pesada carga.
Al que es soberano de los dioses,
de su casa lo vamos a expulsar.
Arriba, vamos, declarad la guerra,
vamos a la batalla, a combatir”.
Atendieron los dioses la llamada
y quemaron toda la herramienta,
arrojaron al fuego las azadas
lanzaron a la hoguera los capachos,
[...]
y luego por sorpresa, a media noche,
rodearon el palacio del gran dios
Poema de Atrahasis, texto paleobabilónico, vv. 1-72
Por más que esto no cese y continue con todo su horror y su bajeza, y cada día que pasa supere todo límite y medida, me mantendré bien firme como si me enfrentara a un elemento, a un eclipse, a un diluvio, a un huracán, no a la medida de lo ético sino como algo dado, como objeto de indagación y comprensión. […] Tales son los caminos, objetivos, reales, de la Historia, y es preciso seguirlos sin dejarse perder la dirección. E incluso me asalta el sentimiento de que esta ciénaga moral en la cual aún flotamos malamente, esta casa de locos gigantesca dentro de la cual sobrevivimos, de repente, de hoy para mañana, bajo el poder de una varita mágica, se podría mudar en lo contrario, algo de verdad heroico y grande; si la guerra sigue un par de años creo que todo tiene que cambiar
Prisión de Wronke, noviembre de 1917
Los utópicos son cultivadores, pero no propietarios de sus tierras. Las casas las habitan ciudadanos que las tienen por turno riguroso
Utopía
Conociendo tan sólo una ciudad de Utopía, ya todas se conocen […]. Amaurotas, que es casi cuadrada, es la sede también de la Asamblea. […] Los edificios forman líneas continuas de casas enfrontadas, todo a lo largo de las calles. Tras las casas hay vastos jardines que se encuentran cerrados por las casas que se adosan a ellos por los lados. Dichas casas son todas de tres pisos, y sus techos son planos, colocándose vidrio en las ventanas. […] Y, como allí no existe propiedad, sus moradores se cambian de casa cada diez años, según previo sorteo
Utopía
La Ciudad se encuentra dividida formando siete círculos enormes que, a través de cuatro grandes vías, se comunican sucesivamente. […] Son un pueblo oriundo de la India entre el cual había muchos hombres dedicados a filosofar. Huyendo de las tropelías de los tártaros y el abuso de toda clase de tiranos, fueron a parar a aquella ; […] Resolviendo organizar allí su vida la planificaron en común, tal como enseña la filosofía. […] Una de las costumbres principales es la comunidad de las mujeres, como también ocurre con las cosas. Todo es allí de propiedad común […] de manera que todos participan del alimento en forma equitativa, tal como lo hacen con las ciencias, los honores y las diversiones, sin que nadie pueda en ningún caso apropiarse de nada en exclusiva. En su opinión, toda propiedad ha surgido de que cada individuo quiere para él solo una mujer y una familia y una casa, de lo que viene todo el egoísmo […], con lo cual viene cada uno a robarle a la comunidad. […] Les parece de lo más extraño que consideremos como innoble al que practica un arte manual, mientras que creemos que son nobles los que, sin tener ningún oficio y rodeados de enjambres de sirvientes, se abandonan al ocio y la lascivia, con un daño evidente para el bienestar de la república. […] Ahora bien, al que sabe más oficios es al que consideran el más noble […], y además los trabajos fatigosos de entre los trabajos productivos son también los más considerados, por lo que ninguno los rechaza. […] Todos tratan sin duda de quedar primero en el trabajo […], pues a todo aquel que sobresale en la actividad que realiza le conceden el título de rey (uno que se reserva a los mejores, no a los que no saben hacer nada). […] La superioridad, cada seis meses, determina quién ha de dormir habitando en uno u otro círculo y ocupando tal o cual estancia, después de lo cual vuelve a cambiar […], y cada actividad u ocupación – manual o especulativa– es común a los ciudadanos, sin que importe ser de uno u otro sexo. […] Cada círculo tiene sus cocinas y sus grandes despensas colectivas […], comen en grandes mesas, reunidos, […]se afanan todos por servir […] porque nadie cree rebajarse al prestar los servicios necesarios en los comedores y cocinas, o en los almacenes y talleres, […] y cada uno tiene su porción. […]Todos visten de blanco, con un traje determinado por las estaciones. […] La planta baja de los edificios se dedica a graneros y talleres, guardarropas, despensas, comedores y lavanderías comunales; […] allí adentro se ejercen los oficios, mientras que los espacios superiores –todos adornados con pinturas– se reservan a la actividad de carácter especulativo, sobre cuya materia se realizan, en los atrios, los cursos y lecciones. [….] Y así, como todas las tareas, las artísticas como las manuales, se reparten y se hacen entre todos, cada ciudadano no trabaja sino cada día cuatro horas, dedicándose luego todo el resto a perfeccionarse en cuanto hace a los aspectos físico y moral. […] No hay allí esclavitud ni servidumbre […], ni hay avidez alguna de riquezas ni por poseer plata ni oro –que tan sólo se encuentran destinados a fabricar algunos utensilios que también emplean en común– […], porque nadie carece de cuanto le sea necesario –y aun lo que su capricho le sugiera–. […] La posesión de bienes, en efecto, no les despierta la menor codicia, puesto que realmente todo el mundo tiene allí cuanto necesita, más aquello que pueda recibir en calidad de premio o galardón, dado que la república acostumbra hacer ciertos regalos a sus héroes. […] De este modo, la vida colectiva hace a cada uno, al tiempo, rico y pobre: rico porque lo posee todo, pobre porque nada es sólo suyo; pero nadie se afana o se preocupa de servir a las cosas, sino, al contrario, de servirse de ellas. […] Cierto que no ignoran el dinero, acuñando moneda destinada a las actividades exteriores de sus embajadores y emisarios. Pero, al contrario, de los mercaderes que, procedentes de los demás países, han llegado hasta allí, interesados por el exceso de su producción, nunca les piden que les den dinero, sino las diferentes mercancías de las cuales carezca la Ciudad. […] Deliberan, reunidos en Consejo, sobre lo que el pueblo necesita, e invisten a los magistrados designados para cada cargo en la Asamblea General, relevándolos luego, en su momento, por acuerdo del pueblo en su conjunto. […] Tratan muy bien a los extranjeros […], enseñándoles todo aquel Estado para que vean el orden que allí reina (porque están firmemente convencidos de que al final el mundo entero no tendrá otro destino y solución que adoptar aquel modo de vida), y permiten que vayan al Consejo y a sentarse en la mesa colectiva. Y, si quieren unirse a aquel Estado, los someten a prueba y luego adoptan la resolución correspondiente. […] En lo que hace a la procreación, todo el mundo se encuentra sometido a lo que ordenan las autoridades, pues la progenie es considerada como bien público, no particular
La Ciudad del Sol
¿Por qué una casa para congregar las virtudes morales de los hombres? […] Para avanzar en la virtud y mantener el orden necesario, la Unión nos resulta imprescindible. […] Incrustadas en bronce en esos muros, leemos las ideas más comunes: “De la unión es producto todo bien”. […] “Aunque quieran pagarla con dinero, sin unión ¿podrá haber felicidad?” […] A este gran edificio se le añaden varios nuevos estímulos: la agricultura y el comercio, como las artes y la literatura, tienen ahí sus salas de reunión, galerías, bibliotecas y diversos espacios comunes. Y aun amplios paseos recubiertos y jardines de plantas de utilidad medicinal, y el agua que mana desde el monte regando los productos del trabajo. Con todo lo cual, un nuevo pacto social viene ejerciendo su influencia. Ved ahora el detalle de sus planos: sus alzados presentan ese haz de columnas que mantiene, como tal, el favor de la armonía. Galerías comunes dan cobijo a todos al amparo de sus pórticos para fomentar la discusión, mientras los gabinetes destinados a la instrucción y los estudios guardan la memoria de los hombres
L???Architecture considerée sous le rapport de l???art, des moeurs et de la législation, (respecto a la �??Casa de la Unión�?�)
Los relieves narrativos sobrepuestos entre cuatro columnas triunfales que el arquitecto emplaza en las esquinas de una casa de campo, proclamaban la fama de las Madres, donadoras de vida, en vez de los vulgares monumentos que suelen dedicarse a las sangrientas y crueles victorias militares. Proyectando una obra tan extraña, el artista pretende dar las gracias a las mujeres que admiró en su vida
Von Ledoux bis Le Corbusier. Ursprung und Entwicklung der autonomen Architektur, (sobre el llamado Templo de Memoria �??�??Casa de las Mujeres�??�?? de Ledoux)
Múltiples pórticos hasta el horizonte. […] Tras haber subido varias rampas, que se han suavizado con objeto de no ocultar el cuerpo principal, me detengo en la puerta de un monumento aún desconocido. Las primeras figuras que hay ante mi vista son las Gracias. Sí, aquí, en una Escuela de Moral. […] ¡Ved la proporción de las figuras que, sin ocultar los lisos muros, aparecen ahí representadas! La Sabiduría, la Razón y la Justicia, Templanza, Moderación y Continencia, Generosidad, Magnanimidad, Prudencia, Piedad y Firmeza de Espíritu, […] mientras los espacios intermedios aparecen cargados de inscripciones […] La multitud se agrupa entre sus pórticos: la infancia jugando ahí, a cubierto; la juventud y la adolescencia, discurriendo por esos espacios; unos dibujan y otros analizan las figuras y las inscripciones; y los hombres maduros, que meditan; la ancianidad, entregada a la memoria...
L???Architecture considerée sous le rapport de l???art, des moeurs et de la législation, (descripción del Panaretheon, o �??Casa de todas las Virtudes�?�)
La idea de reforma de la vida ocupaba a tal punto a los artistas y a los proyectistas de aquel tiempo como se puede ver analizando el extraño proyecto de la “Oikema”. Dicha construcción, ya sorprendente en su aspecto exterior, muy alargada, dotada de un propíleo antiquizante y un poderoso muro sin ventanas, debía ser el lugar que preparase el avanzar hacia una nueva ética en los terrenos de lo sexual. Para alcanzar el objetivo de una moral sexual perfeccionada, el contemplar las desviaciones y delirios humanos en la “Oikema” –es decir, en la casa sin frenos ni tabúes al deseo–, orientaría a los observadores sin duda en dirección a la virtud y hacia el “altar del himeneo”. Pero después concluye el arquitecto que sería quizá mucho mejor [...] “que la Natura opere a su capricho” [...]. Así, en esa “Oikema” que Ledoux emplazaba en el más bello paisaje, debería encontrar realización una forma más libre y renovada de la institución matrimonial
Von Ledoux bis Le Corbusier. Ursprung und Entwicklung der autonomen Architektur
Frente a la extrañeza del proyecto –como de otros proyectos semejantes pertenecientes a la Ville naissante, como la “Casa de la Educación” o la “Casa de Juegos” (“he aquí lo que puede un Arquitecto cuando saca partido a las pasiones”; “la pureza es la base de su Código”)–, Ledoux va a hacer explícito, patente, el proyecto político implicado. Pues, “¿por qué no progresan las ideas? Porque la timidez las encadena […]. Pero aquellos que sueñan con el bien y duermen en estado de vigilia, entregados en todo a la mejora del pacto social, frente a un aceptar lo legislado siguen, antes bien, una política. […] Eso a lo que un gobierno no se atreve, he aquí que lo afronta el Arquitecto
L’Architecture considerée sous le rapport de l’art, des moeurs et de la législation (sobre la “Casa de Juegos” y la Oikema)
Ante el total derrumbe al que asistimos de las tradicionales diferencias en cuestiones de rango en el terreno de la arquitectura, todas las tareas constructivas habrían de tener igual valor [...]. El viejo eclecticismo de los temas, que se ocupaba casi en exclusiva de castillos, iglesias y mansiones y, a veces, construcciones defensivas [...], queda reprimido y desplazado por el nuevo universalismo arquitectónico. Ese proceso revolucionario que constituye el aburguesamiento en la construcción de las viviendas corre en cierto modo en paralelo al abandono de la articulación propiamente barroca como forma de arte [...]. Un más amplio complejo, concebido en calidad de colonia o asentamiento en el exterior de las ciudades, consiste en cierto número de viviendas de entre dos y cuatro habitaciones levantadas en torno a un patio cuadrado, cada una de ellas con su guardarropa, mientras que la cocina, las despensas y los otros espacios de trabajo se disponen en una construcción situada en el centro de ese patio. Se muestra así quizá por vez primera el tipo de vivienda que actualmente se viene proponiendo en nuestro entorno como casa con cocina comunal
Von Ledoux bis Le Corbusier. Ursprung und Entwicklung der autonomen Architektur
Desde que el Gobierno socialista se convirtió en el propietario de todas las casas parisinas, las entregó a los arquitectos con la orden [...] de dotarlas de calles-galería [...]. En el primer piso, en cada casa, tomaron las estancias a la calle quitando los tabiques intermedios; después abrieron unos amplios vanos en los distintos muros medianeros, obteniendo unas calles-galería de la anchura y altura habituales al interior de una habitación, las cuales ocupaban de este modo toda la longitud de una manzana. En los barrios nuevos, en los que normalmente las casas contiguas suelen tener los pisos más o menos a la misma altura, la solera de las galerías pudo ser nivelada con bastante regularidad [...]. Pero en las viejas calles hubo que alzar o rebajar muchas soleras, y a menudo debieron resignarse a dar al suelo una fuerte inclinación o cortarlo con unos escalones. Cuando todas las manzanas de las casas se vieron atravesadas de este modo por unas galerías que ocupaban [...] la totalidad del primer piso, ya no hubo sino que unir unos con otros esos tramos dispersos, de modo que formaran una red [...] hasta abarcar toda la ciudad. Cosa que se hizo fácilmente al establecer en cada calle unos puentes cubiertos [...]. Otros puentes bastante similares, pero mucho más largos, se tendieron en los bulevares, como en el espacio de las plazas, y hasta en cada uno de los puentes que atraviesan el Sena, con lo que [...] un paseante podía recorrer toda la ciudad sin ponerse jamás al descubierto [...] Desde el momento en que los parisinos probaron estas nuevas galerías, no quisieron ya poner los pies en las antiguas calles que, según decían, eran tan sólo buenas para perros
Paris en l???an 2000
Las calles Saint-Denis y Saint-Martin son las grandes arterias de ese barrio, la bendición de los revoltosos. Pues la guerra de calles era allí lamentable en su facilidad: bastaba sólo con desadoquinar e ir amontonando el mobiliario de las casas vecinas más los cajones del ultramarinos y, en caso de necesidad, detener un ómnibus cualquiera [...], ofreciendo además galantemente la mano a las damas: hubiera habido que tirar las casas para conquistar esas Termópilas. La infantería avanzaba al descubierto, pesadamente cargada y equipada. Sólo con un puñado de insurgentes puestos detrás de una barricada se mantenía en jaque a un regimiento
Histoire de Paris
La Insurrección de junio; un episodio: “Hubo incluso mujeres que vertían aceite o agua hirviendo a los soldados […]. En muchas de las tiendas que cerraron, los rebeldes escriben: ‘¡Atención, […] muerte a los rateros y ladrones!’. En las banderas de las barricadas ‘Pan y trabajo’ fue un lema frecuente [...]. Muchos optarían por llevar […], junto con ellos a las barricadas también a sus mujeres y sus hijos, mientras decían: ‘¡Ya que no podremos alimentarlos, moriremos juntos!’. Así, mientras los hombres combatían, muchas mujeres fabricaban pólvora y los chicos fundían nuevas balas empleando cualquier trozo de plomo o estaño que cayera entre sus manos. Algunos se sirvieron de dedales para fabricar sus proyectiles, y a su vez por la noche las muchachas, mientras se detenían los combates para dormir, reunían adoquines para arrastrarlos a las barricadas” Ya en la misma insurrección de junio «forzaron aberturas en los muros, para moverse de una casa a otra»
Geschichte der französischen Arbeiter-Associationen
La práctica de la lucha callejera o guerra urbana tiene ya su técnica, tal como se estudia y se describe, tras la toma de Múnich por las armas, en una obra curiosa y de reducidas dimensiones muy secretamente elaborada a instancias del gobierno berlinés. Ahora no se avanza por las calles, se las deja vacías; y se avanza por dentro de las casas, atravesando muros y paredes. Tras ocupar una nueva calle se procede a reorganizarla; se despliega el teléfono, perforando murallas y tabiques, mientras, para evitar un nuevo avance de los enemigos, de inmediato se mina el territorio conquistado [...]. Unos de los progresos más notables es que ya no se evitan daños en las casas y en las vidas. Junto a las guerras civiles del futuro, esto quizá ha de ser un episodio [...] realmente arcaico e inocente
Histoire de Paris
Tal como no es posible construir una casa nueva en un solar en el que se hallan unas ruinas inutilizables hasta que los escombros hayan sido convertidos en cal y hayan sido apartados del lugar, en vano se intentará construir una nueva teoría sin haber destruido antes la vieja, porque entonces dicha teoría como tal será una construcción hecha en paralelo a la anterior, o quizá será una construcción meramente superflua, o se habrá reducido a presentar una fachada nueva para un edificio arruinado
La función revolucionaria del Derecho y el Estado
Es en vano que la mujer trabajadora se pase el día entero limpiando su casa y lavando y planchando, consumiendo así sus energías en conservar sus ropas desgastadas, y matándose para preparar con sus pocos recursos la mejor comida que consiga. Cuando el día termine no quedará, pese a sus esfuerzos, ningún resultado material del trabajo diario; […] no habrá hecho nada en todo el día que después venga a ser considerado como en calidad de mercancía […]. El trabajo del ama de casa […] es cada vez más improductivo
El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la convirtió en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre. Por tanto, nos encontramos con que la mujer se agota como consecuencia de esta triple e insoportable carga [...]. Los cuidados han sido siempre el destino de la mujer, pero nunca fue más infortunado, más desesperado su destino que el de millones de trabajadoras bajo el yugo del capitalismo, y esto precisamente cuando la industria ha alcanzado una máxima expansión
Parábola de Buda sobre la casa en llamas
Enseñaba Gautama
el saber de la rueda del deseo
donde estamos atados, sugiriendo
borrar toda ansiedad y aspiración
para entrar sin pasiones en la nada
que llamaba Nirvana.
Los discípulos entonces preguntaron:
“¿Cómo es, Maestro, esa Nada?
Porque todos estamos decididos
a abdicar del deseo, cual sugieres.
Mas, para ello, dinos si esa Nada
en la que debemos adentrarnos
equivaldría a la unificación
absoluta con todo lo creado
si, ligeros de cuerpo,
libres de pensamientos, indolentes,
flotamos sobre el agua, al mediodía;
o si, estando sumidos en el sueño,
inconscientes de todo, sin embargo,
nos cubrimos de nuevo con la manta.
Dinos pues si esa Nada es algo alegre,
si es buena o, al contrario, si tu Nada
no será sino nada,
frío y vacío sin significación”.
Calló entonces el Buda mucho rato
hasta, por fin, decir, indiferente:
“Nada que responder a esa pregunta”.
Pero luego, a la noche,
cuando aquellos ya se habían ido,
bajo el árbol del pan sentado, el Buda,
a los que nada habían preguntado,
les expuso por fin esta parábola:
“Vi hace poco una casa. Estaba ardiendo.
Comenzaban las llamas a lamer
ya los techos. Entré. Aún había gente.
Fui de nuevo a la puerta y, desde ella,
los llamé a grandes voces, advirtiendo
que ya ardía el tejado,
que salieran de allí a toda prisa.
Pero no parecían apurarse.
Uno me preguntó, mientras el fuego
comenzaba a chispearle entre las cejas,
cómo se estaba afuera, si llovía,
si quizá no soplaba mucho viento,
si habría otra casa,
y otras muchas cuestiones semejantes.
Sin responderle nada, salí afuera.
Éstos, pensé, arderán,
antes de terminar con sus preguntas.
En verdad os digo, amigos,
que aquél al que el fuego no le queme
como para querer cambiar de sitio
y prefiera quedarse ahí, ardiendo,
a ése nada tengo que decirle
Svendborger Gedichte, 1939