París
Con su insurrección, los parisienses hoy toman el cielo por asalto
�??Carta a Kugelmann�?�, Londres, 12 de abril de 1871
El 22 brumario del año II, el Ayuntamiento de París invitó a derribar los campanarios
La Fête révolutionnaire
En su lucha con los teatros populares, la Comédie Française obtuvo del gobierno que se impusiera en los restantes escenarios la absurda obligación de separar con un velo de tul a los actores de los espectadores. El 14 de julio de 1789, la noticia de la toma de la Bastilla le llegó a Plancher-Valcour, director de un teatrito parisino, en plena función, quien, en un patético arrebato, desgarrando el velo con sus manos, gritó: “¡Viva la libertad!” El 13 de enero de 1791 el gobierno revolucionario decretó la libertad de los teatros
La Comédie Italienne en France et le Théâtre de la Foire et du Boulevard, 1570-1791, París, 1902
Desde que el Gobierno socialista se convirtió en el propietario de todas las casas parisinas, las entregó a los arquitectos con la orden [...] de dotarlas de calles-galería [...]. En el primer piso, en cada casa, tomaron las estancias a la calle quitando los tabiques intermedios; después abrieron unos amplios vanos en los distintos muros medianeros, obteniendo unas calles-galería de la anchura y altura habituales al interior de una habitación, las cuales ocupaban de este modo toda la longitud de una manzana. En los barrios nuevos, en los que normalmente las casas contiguas suelen tener los pisos más o menos a la misma altura, la solera de las galerías pudo ser nivelada con bastante regularidad [...]. Pero en las viejas calles hubo que alzar o rebajar muchas soleras, y a menudo debieron resignarse a dar al suelo una fuerte inclinación o cortarlo con unos escalones. Cuando todas las manzanas de las casas se vieron atravesadas de este modo por unas galerías que ocupaban [...] la totalidad del primer piso, ya no hubo sino que unir unos con otros esos tramos dispersos, de modo que formaran una red [...] hasta abarcar toda la ciudad. Cosa que se hizo fácilmente al establecer en cada calle unos puentes cubiertos [...]. Otros puentes bastante similares, pero mucho más largos, se tendieron en los bulevares, como en el espacio de las plazas, y hasta en cada uno de los puentes que atraviesan el Sena, con lo que [...] un paseante podía recorrer toda la ciudad sin ponerse jamás al descubierto [...] Desde el momento en que los parisinos probaron estas nuevas galerías, no quisieron ya poner los pies en las antiguas calles que, según decían, eran tan sólo buenas para perros
Paris en l???an 2000
Calles-salón: las más amplias y mejor situadas entre ellas (a saber, las calles-galería) se adornaron con gusto, amueblándolas suntuosamente. Se cubrieron las paredes y los techos con [...] bellos mármoles y hermosas doraduras [...], con espejos y cuadros; se guarnecieron todas las ventanas con colgaduras magníficas y cortinas bordadas con dibujos; luego sillas, sillones y butacas [...] ofrecieron cómodos asientos a los paseantes fatigados [...]. El Gobierno buscaba que las calles pertenecientes al pueblo de París superaran en magnificencia a los salones de los soberanos
Paris en l???an 2000
Propuesta de dar nombres a las calles en el período revolucionario: «Alguien [...] quiso ponerles a las calles y a los callejones parisinos denominaciones de virtudes y de sentimientos generosos, sin caer en la cuenta de que aquella nomenclatura moralista era demasiado limitada para las muchas calles existentes [...]. Por lo demás se advierte en el proyecto la existencia de cierta ordenación para la atribución de dichos nombres; la calle de la Justicia por ejemplo, o la calle de la Humanidad, debían conducir hacia la calle de la Felicidad directamente [...], mientras la calle de la Probidad [...] debía atravesar París entero hasta alcanzar a los mejores barrios»
Paris a la fin du dix-huitième siècle
La razón estratégica del aligeramiento perspectivo de la ciudad: una explicación contemporánea de la apertura de grandes avenidas bajo el imperio de Napoleón III habla de que estas calles no se prestan «a la táctica habitual que se practica en las insurrecciones locales». Marcel Poëte, Une vie de cité, París, 1925, p. 469. «Perforar este barrio, que siempre se une a los levantamientos», dice el barón Haussmann en un informe donde propone la prolongación del bulevar Strassbourg hasta Châtelet. Émile de Labédolière, Le nouveau Paris, cit. en la p. 52. Pero ya anteriormente: «Pavimentan París hoy con madera para quitarle a la revolución el material de sus construcciones. Con bloques de madera no es posible levantar barricadas». Karl Gutzkow, W, I, pp. 60-61. La relevancia de esas precauciones se comprende cuando se comprueba que en el año 1830 hubo barricadas, más o menos
Obra de los pasajes
La artillería de Versalles no bombardea París. No. Lo cañonea simplemente
El 18 de marzo quizá debimos golpear mejor. La cuestión fue: elecciones o marchar sobre Versalles. La respuesta debió ser: ambas cosas. […] No esperen más de la Comuna que lo que esperen de sí mismos. Publiquemos todos los discursos, comuniquemos nuestra insuficiencia, demos publicidad a cuanto hagamos, porque nada tenemos que temer si no es a nosotros ; La liberación de la Comuna de París es la de todas las de la República. […] La república de la gran revolución del 92 era un soldado, pero la república de la Comuna ha de ser un trabajador; “El Estado es el pueblo que se rige a sí mismo”. “La estatura de un pueblo corresponde a la del último de sus ciudadanos”. “Considerando que la meta de la vida reside en el completo desarrollo de nuestro ser físico, espiritual y moral, la propiedad no ha de ser sino el derecho a que cada uno participe, en la medida de su colaboración, en el producto común y colectivo del trabajo de todos. En talleres y fábricas, se organizará el trabajo colectivo”. [Estos últimos textos de Beslay, entrecomillados, corresponden a su proclama de apertura de la sesión inaugural de la Comuna, el 29 de marzo de 1871]
Los días de la Comuna
París en armas era la revolución en armas. Dado que el triunfo de París sobre las fuerzas del agresor prusiano hubiera sido el triunfo del obrero sobre el capitalista –ambos franceses–, […] en el conflicto abierto entre sus deberes nacionales y sus intereses como clase el gobierno de la defensa nacional no dudó un instante en convertirse en gobierno de la traición nacional
La guerra civil en Francia
Si París pudo resistir fue porque, a consecuencia del asedio, se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional cuyo contingente principal ahora lo formaban los obreros […]. El primer decreto de la Comuna suprimía el ejército permanente, sustituyéndolo por el pueblo armado. La Comuna estaba conformada por los consejeros municipales elegidos en cada distrito mediante sufragio universal, todos responsables y revocables en todo momento. […] Desde los Consejeros para abajo, todos los cargos públicos debían ejercer su trabajo con salarios obreros […]. Como los restantes funcionarios, todos los magistrados y jueces eran revocables y electivos […]. Formada la Asamblea Nacional, los delegados serían igualmente todos revocables y electivos, sometidos a mandato imperativo de sus respectivos electores. […] Entre las reformas laborales, se suprimieron las multas de la empresa impuestas directamente a los obreros, y se prohibieron ciertos tipos de trabajos nocturnos. En lo que hace a la educación, todas las instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y emancipadas de la Iglesia –se eliminó la subvención del culto y quedó separada del Estado–
La guerra civil en Francia
En la guerra contra la Comuna […], tras la guerra más dura y más violenta de los tiempos modernos, el vencedor ejército prusiano y el derrotado ejército francés se hermanarán en la matanza del proletariado parisino […]. Todos los gobiernos nacionales son uno sólo contra el proletariado
La guerra civil en Francia
¡A las armas! ¡La patria está en peligro! […] Ciudadanas de París, descendientes de las mujeres de la gran Revolución que, en nombre del pueblo y la justicia, marcharon sobre Versalles y trajeron cautivo a Luis XVI, nosotras, madres, mujeres y hermanas del pueblo francés, ¿continuaremos soportando que la ignorancia y la miseria hagan a nuestros hijos enemigos? ¿Que se mate el padre contra el hijo y los hermanos se maten entre sí por capricho de nuestros opresores que buscan la destrucción de la ciudad tras haberla entregado al extranjero? ¡Ciudadanas, llegó la hora decisiva! ¡Queremos ser libres! ¡Hay que acabar con el viejo mundo!
Appel aux citoyennes de Paris firmado por �??Un grupo de ciudadanas�??, en el Diario Oficial de la República Francesa bajo la Comuna, 11 de abril de 1871
Los hombres hicieron el 14 de julio, las mujeres el 6 de octubre. Los hombres tomaron la Bastilla, las mujeres al rey. Y lo pusieron en manos de París, de la Revolución exactamente.
Les Femmes de la Révolution
Cuando digo utopía pienso en la revolución. La Comuna de París, los primeros años de la Revolución Rusa, eso es la utopía. Ser realista es pedir lo imposible. Baudelaire y Marx tenían los mismos enemigos. ¿O vamos a entender ahora la política como la renovación parcial de las cámaras legislativas o los vaivenes de la interna peronista? En este país hay que hacer la revolución. Sobre esa base se puede empezar a hablar de política. De lo contrario, prefiero conversar sobre la variante de Kaspárov en la formación Schveningen de la defensa siciliana o sobre el empleo del subjuntivo en la prosa de Musil. Me parecen temas mucho más interesantes y provechosos. […] Algunos han perdido las ilusiones, se han vuelto sensatos y conformistas. Corren el riesgo de convertirse en funcionarios del sentido común. Para pensar bien, quiero decir para ser lo contrario de un bien pensante, hay que creer que el mundo se puede cambiar. Hay que estar en un lugar excéntrico, opuesto al orden establecido, fuera de todo. No tengo confianza en nada ni soy un hombre optimista, pero justamente por eso creo que hay que aspirar a la utopía y a la revolución. Un amigo de Brecht solía decir: sólo por amor a los desesperados conservamos todavía la esperanza.
Crítica y ficción