esperar
Por atentar contra la libertad, ciertas veces el príncipe esperará el momento de una crisis que él mismo ha venido preparando: así, bajo pretexto de proveer a la salud del Estado, propone soluciones desastrosas que encubre con el velo de la necesidad, la urgencia de las circunstancias y lo desdichado de los tiempos, mientras presume, en cambio, de la pureza de sus intenciones, habla del bien general y público y finge obrar con paternal cuidado. Cuando se rechazan sus propuestas dice sorprendido: “¿Oh!, ¿no queréis? ¿pensáis que saldréis solos del abismo?”. Nadie posee fuerzas suficientes como para hacerle resistencia y se dejan forzar por más que saben que, bajo sus bellas perspectivas, tales propuestas llevan, escondidas, hasta las intenciones más siniestras. Luego, cuando la trampa se descubre ya no hay lugar para evitarla
Les Chaînes de l???esclavage
En los espacios de público recreo siempre guardan las puertas los soldados. En los lugares públicos de venta siempre guardan las puertas los soldados. En salas de exposiciones y de muestras siempre guardan las puertas los soldados…. Allí en donde el pueblo se reúne siempre hay soldados para vigilarlo, y si fuera nocturna la reunión de noche seguirá habiendo soldados. […] Los soldados empiezan a reconocer en exclusiva la voz de sus jefes, a fundar sobre ellos la totalidad de su esperanza, […] ya no son los soldados del estado, sólo son los del príncipe. Y después, en seguida, los que están puestos a la cabeza de las tropas han dejado de ser defensores del pueblo, sino sus peores enemigos. De ese modo se viene conformando un partido entregado a quien le guía, siempre en pie contra la nación, que no espera otra cosa que el momento de actuar contra su pueblo
Les Chaînes de l???esclavage
Si les quitáis las tierras que poseen a los canallas y los desalmados y se las dais a los desgraciados sí que habréis hecho una Revolución. Pero si sucediera lo contrario, si otros grandes hubieran ocupado el lugar de los anteriores […], la Revolución no habrá existido; no se podrá esperar ya la virtud ni la felicidad en esta tierra
Informe sobre las facciones en el extranjero, 13-3-1794
El 18 de marzo quizá debimos golpear mejor. La cuestión fue: elecciones o marchar sobre Versalles. La respuesta debió ser: ambas cosas. […] No esperen más de la Comuna que lo que esperen de sí mismos. Publiquemos todos los discursos, comuniquemos nuestra insuficiencia, demos publicidad a cuanto hagamos, porque nada tenemos que temer si no es a nosotros ; La liberación de la Comuna de París es la de todas las de la República. […] La república de la gran revolución del 92 era un soldado, pero la república de la Comuna ha de ser un trabajador; “El Estado es el pueblo que se rige a sí mismo”. “La estatura de un pueblo corresponde a la del último de sus ciudadanos”. “Considerando que la meta de la vida reside en el completo desarrollo de nuestro ser físico, espiritual y moral, la propiedad no ha de ser sino el derecho a que cada uno participe, en la medida de su colaboración, en el producto común y colectivo del trabajo de todos. En talleres y fábricas, se organizará el trabajo colectivo”. [Estos últimos textos de Beslay, entrecomillados, corresponden a su proclama de apertura de la sesión inaugural de la Comuna, el 29 de marzo de 1871]
Los días de la Comuna
Siempre creí falso el nombre que nos dan: emigrantes.
Es decir, expatriados. Mas nosotros
no hemos abandonado nuestra tierra a partir de una libre decisión
escogiéndonos otra. Ni salimos
de un país con deseo de quedarnos
para siempre en él, si nos dejaran.
Sino que hemos huido. Somos expulsados, desterrados,
y la tierra donde nos acojan
no una patria ha de ser, sino un exilio.
Nos sentamos inquietos [...]
a la espera del día del regreso, [...] oteando más allá de las fronteras. [...]
Escuchamos los gritos
que llegan hasta aquí desde sus campos,
y hasta nosotros mismos
somos como los ecos de los crímenes
que llegan desbordando las fronteras.
Cada uno de los que entre nosotros
entre la muchedumbre
lleva los zapatos destrozados
testimonia con ello la vergüenza
que está ahora manchando nuestra tierra.
No nos quedaremos para siempre
aquí, no. No está dicha
todavía la última palabra
�??Acerca del nombre de �??emigrantes�??�?�
La verdad, que pretenden mantener enterrada y oculta, bajo tierra se viene condensando, y así cobra tal fuerza de explosión que, el día que estalla, hace saltar por fin todo con ella.
Yo acuso.
Sí, acuso y no ignoro que con ello me expongo a un proceso por delito de difamación. Pero a ello me expongo de buen grado.
El acto que realizo de este modo no es sino un medio revolucionario de acelerar y provocar la explosión de la verdad y la justicia.
Yo acuso y espero.
La verdad está en marcha y nada la detendrá
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