río
Conocí muchos ríos,
antiguos, negros ríos;
mi alma se hizo profunda
como los más hondos ríos
The Negro Speaks of Rivers
Cuando los dioses hacían de hombres
hacían su tarea, trabajaban:
considerable era su labor,
su trabajo pesado, interminable.
[...]
Tras ponerse de acuerdo unos con otros
los grandes dioses sortearon sus destinos:
Subió Anu al cielo,
Enlil tomó la tierra por dominio,
y el cerrojo que pone dique al mar
le fue entregado a Enki.
[...]
Y los dioses celestes, Anunnaku,
impusieron a los Igigu su tarea.
Y los dioses Igigu excavaban
para abrir los canales que dan vida a la tierra.
Así abrieron los cursos de los ríos.
[...]
Trabajaron así más de cien años,
trabajaron así más de quinientos,
novecientos años trabajaron,
más de mil debieron trabajar.
Tras haber levantado las montañas
calcularon los años de trabajo.
Calcularon los años de trabajo
tras disponer las ciénagas del sur.
Calcularon los años de trabajo
que superaban los dos mil quinientos,
siempre así trabajando, noche y día,
hasta que, agotados del trabajo,
comenzaron unidos a gritar:
“Vamos a por el jefe –se dijeron–,
liberémonos de tan pesada carga.
Al que es soberano de los dioses,
de su casa lo vamos a expulsar.
Arriba, vamos, declarad la guerra,
vamos a la batalla, a combatir”.
Atendieron los dioses la llamada
y quemaron toda la herramienta,
arrojaron al fuego las azadas
lanzaron a la hoguera los capachos,
[...]
y luego por sorpresa, a media noche,
rodearon el palacio del gran dios
Poema de Atrahasis, texto paleobabilónico, vv. 1-72
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
[…]
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra, juntad todos
los silenciosos labios derramados
y, desde el fondo, habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros.
Contad, contadme todo,
contádmelo cadena por cadena,
eslabón a eslabón y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre
Canto General, �??Alturas de Macchu Picchu�?�
Cuando Anu creó el cielo,
y el Cielo la Tierra,
y la Tierra los ríos,
los ríos los arroyos,
los arroyos el fango
El gusano, texto hurrita, vv. 1-5
Investiga las diferencias existentes entre los movimientos y los choques de las aguas más turbias y las claras, de las corrientes más arrebatadas o, al contrario, de las más calmosas, de las crecidas y de los estiajes, entre la rabia de las inundaciones y las corrientes más superficiales, entre el empuje de las torrenteras frente a la cólera de los anchos ríos. [...] Y, después, transcribe los distintos tipos de los choques: en la superficie, en el medio y en el fondo; y después las distintas clases de inclinaciones y de resistencias, y aún después sus distintas formas. [...] Investiga la naturaleza de la repentina crecida y furia de los ríos, de la hinchazón creciente de las aguas
El libro del agua
Sube el agua, de lo más profundo de los mares a las altas cumbres, para caer de nuevo, y gira, y fluye, y así recorre muchas veces el dilatado curso de los ríos
El libro del agua
La avalancha humana baja la colina, franquea puentes y viaductos, se divide en ríos convergentes, fluye en grandes planos generales, se reúne en un río gigantesco, con sus remolinos y remansos. […] Es como un río vivo, uno que fluye por el medio del mar
Le Cuirassé Potemkine
¿Dónde van? A donde va el río, […] cuyo curso está lleno de meandros. Pero el cielo se pone algo brumoso y, lo que parece un poco de humo, desprendiéndose desde el horizonte de repente forma un nubarrón; […] Poco después ya no es una nube, sino un torbellino, veinte trombas que se revuelven con el huracán. […] Cían ahora hacia atrás, dándole al remo; quieren remontar, pero ya es tarde. Ya no hay quien remonte la corriente. Y entonces comprenden simplemente que el río está vivo. Es lo que llaman la Revolución
Océano
La potencia está del lado de la fuente, es decir, del lado del recurso, denotando el modo en que un torrente, por aquello que es su fuerza intrínseca, crea, forma la forma que el lecho del río va a adoptar. El poder, al contrario, está más bien del lado del canal o del embalse. […] A ese motor intrínseco le corresponde el nombre de una dínamys
Soulèvements
El legislativo, en su prudencia cuando se ejerce en calma y libremente, se asemeja a un gran río majestuoso que va haciendo avanzar, siempre pacífico, el caudal de sus aguas a través de los valles que fecunda. Mientras que el poder ejecutivo, abandonado en manos de uno solo, se asemeja a un torrente aterrador que, tras haber partido de su fuente, se oculta debajo de la tierra para mostrarse luego desbordando fieramente su lecho y amontonar sus olas con estruendo y derribar así cuanto se oponga a su curso brutal e impetuoso. De ahí vienen los males espantosos que provoca esa forma de gobierno desde hace tanto a la humanidad
Les Chaînes de l???esclavage
El poder, encubierto por un velo, […] es como esos ríos que de pronto, tras ocultar sus aguas bajo tierra, reaparecen de nuevo, henchidos por corrientes subterráneas, y en su crecida arrastran con furor todo cuanto se opone y se resiste a su nuevo curso impetuoso
Les Chaînes de l???esclavage
Tal como un río mina poco a poco los diques que le oponen para luego romperlos de repente, así mismo el poder ejecutivo va procediendo oculta y sordamente hasta que al fin derriba sus barreras
Les Chaînes de l???esclavage
En la onda negra y mansa de dormidas estrellas
flota la blanca Ofelia cual si fuera un gran lirio,
flota muy lentamente envuelta en largos velos…
Se oyen trompas de caza en los bosques lejanos.
Hace más de mil años ya que la triste Ofelia
surca, blanco fantasma, el largo y negro río,
y su dulce locura su romanza murmura
a la brisa nocturna hace más de mil años.
Besa el viento sus senos y en corola despliega
su gran velo que acunan suavemente las aguas;
temblorosos, los sauces lloran sobre sus hombros,
y acarician los juncos su amplia frente que sueña.
[…]
¡Libertad, amor, cielo! ¡Pobre loca, qué ensueño!
Dentro de él te fundías como al fuego la nieve.
En tus grandes visiones se cegó tu palabra
y el terrible infinito apagó tu ojo azul
�??Ophélia�?�, 15 de mayo de 1870
Las algas se prendían de su cuerpo,
lentamente se hizo más pesada.
Fríos peces nadaban por sus piernas,
animales y plantas que su último viaje iban aun dificultando.
[…]
Corrompido en el agua ya su pálido cuerpo,
Dios la fue olvidando muy despacio,
primero su rostro, luego las manos y, por fin, su pelo.
Era ya una carroña, entre tantas carroñas de los ríos
«De la muchacha ahogada», [Poema homenaje a la dirigente revolucionaria asesinada Rosa Luxemburg]
Entre 1900 y 1914, prácticamente toda la sociedad europea desarrolló fisuras a través de las cuales podía brotar la lava fundida del desafío feminista. A medida que avanzaba el siglo XX, esas fisuras se multiplicarían y expandirían de manera en verdad espectacular, y la lava se convertiría en un río con muchos afluentes. La agitación feminista captaría la atención pública hasta un nivel antes nunca visto; la cuestión femenina había emergido ya como algo central para debatir un amplio espectro de temas políticos y socioeconómicos que iban del matrimonio y la reproducción a la paz y la guerra
Feminism in Russia, 1900-1917
Pues ahora esa masa anónima, la de toda esa América de color, esa masa sombría, taciturna, que con igual tristeza e inquietud canta a través de todo el continente, esa masa va ahora a penetrar definitivamente ya en su historia; pues ahora comienza a reescribirla con letras de sangre, sí, ahora que empieza a sufrir y morir; porque ahora en efecto en las montañas y los campos de América, en los flancos de sus cordilleras, en sus bosques como en sus llanuras, en la soledad o animación de sus tantas villas y ciudades, al borde de sus océanos enormes y en las orillas de sus grandes ríos vibra todo ese mundo lleno de corazones que palpitan, con los ardientes puños que se encienden del ardiente deseo de morir por aquello que es suyo, conquistar sus derechos pisoteados por unos y otros a lo largo ya de cinco siglos. La historia ha de contar en adelante con los pobres de América, los explotados y los despreciados que han decidido escribir ya por sí mismos, para siempre, su historia. Ya se han puesto en camino, ya los vemos cómo van avanzando, día tras día, realizando una marcha interminable, una marcha de cientos de kilómetros que los lleva al olimpo del gobierno para obtener con ello sus derechos. ¡Ahí los vemos ahora! Van armados de piedras y de palos, de machetes, y avanzan día a día, surgen de todas partes para ocupar las tierras, adherirse a las tierras que son suyas, a esas tierras que les pertenecen y defienden al precio de sus vidas; ahí los vemos alzando sus pancartas, levantando banderas y consignas para hacerlas que floten en el viento. Esa ola de rabia y de coraje, de justicia exigida y de derechos que le han sido negados y robados, que hoy comienza por fin a levantarse en las tierras de América Latina, esa ola ya no se detendrá. […]. Porque toda esa masa, porque toda esa enorme humanidad que de pronto ha gritado “¡basta ya!” ha iniciado una marcha de gigante
�??Discurso en las Naciones Unidas�?�, diciembre de 1964