rey
Tú, el más sabio y hermoso de los Ángeles todos,
Dios carente de suerte, privado de alabanzas,
[...]
Príncipe del exilio, golpeado injustamente
y que, vencido, siempre más fuerte te levantas,
[...]
tú que todo lo sabes, rey de lo subterráneo,
tú que eres quien cura las angustias humanas,
[...]
bastón del desterrado, fanal del inventor,
confesor del ahorcado y del conspirador,
[...]
Satán, padre adoptivo de aquellos que en su ira
del Paraíso terrestre arrojó Dios un día.
[...]
¡Gloria a ti en las alturas de los Cielos, Satán,
donde antaño reinaste, y en la profundidad
del Infierno en que sueñas, silencioso y vencido!
¡Que el Árbol de la Ciencia acoja un día mi espíritu!
Les Fleurs du mal, �??Révolte �?? Les Litanies de Satan�?�, vv. 1-2, 4-5, 7-8, 40-41, 43-44, 46-50
[Habla Fuerza, y luego Hades]
“Amarra con grilletes irrompibles
a este escarpado risco ese bandido.
[…]
¡Que aprenda a respetar de Zeus la fuerza
y a su amor a los hombres poner freno!
[…]
Tú, un dios, sin arredrarte ante la ira
de los dioses, honraste a los mortales
más de lo justo. A cambio, en esta roca
[…]
te desharás en llantos y en gemidos
pues el pecho de Zeus es inflexible,
¡que todo nuevo rey tirano reina!”
[Prometeo]
Bien sé del Hado la invencible fuerza
y con paciencia habré de soportarla,
pero callar o no este infortunio
no me fuera otorgado: un don al hombre
me ha uncido al duro yugo del destino.
Robé del fuego, en una oculta caña,
la recóndita fuente que sería
maestra de las artes y un recurso
para el hombre. […] Veían sin ver nada,
oían sin oír, en vano sueño….
[…]
Yo enseñé a los mortales el camino
hacia un arte difícil. Las señales
del fuego luminosas a sus ojos
hice que fueran, ciegos hasta entonces.
Así el hombre, al final, las artes todas
conoció a mi través. […] Por esa culpa,
me han clavado a esta roca, a la intemperie.
[…]
Adorad al tirano, al poderoso,
que a mí me importa Zeus menos que nada.
Impere y mande por un breve tiempo.
No ha de durar su imperio entre los dioses…
Prometeo encadenado
“Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos, Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, […] en mi mocedad pasé el mar Océano a las partes del Pirú, por valer más con la lanza en la mano, […]; y así, en veinticuatro años, te he hecho muchos servicios en conquistas de indios, y en poblar pueblos en tu servicio, especialmente en batallas y reencuentros […]. Mira, mira, Rey español que no seas cruel ni ingrato a tus vasallos, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla, sin ninguna zozobra, tus vasallos te han dado, a costa de su sangre, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Y mira, Rey y Señor, que no puedes llevar con título de Rey justo ningún interés destas partes donde no aventuraste nada […]. Por cierto tengo que van pocos reyes al infierno porque sois pocos, y aun si muchos fuésedes ninguno podría ir al cielo, porque creo que allá seríades peor que Lucifer, según tenéis sed y hambre y ambición de sangre humana; mas no me maravillo de vosotros, pues os llamais siempre menores de edad, […] y vuestro gobierno es aire”. Avísote […], Rey español, […] que por no poder sufrir más las crueldades de tus oidores […], he salido de hecho con mis compañeros, cuyos nombres diré, de tu obediencia, y desnaturándonos de nuestras tierras, que es España, para hacerte en estas partes la más cruel guerra. Y así a Dios solemnemente voto de no dejar ministro tuyo a vida. Hijo de fieles vasallos en tierra vascongada, rebelde hasta la muerte por tu ingratitud. Lope de Aguirre, el Peregrino”.
Carta a Felipe II
“Nuestros señores y nuestros príncipes se hallan en el origen de cualquier tipo de usura y de robo, pues se apoderan de todo lo que existe como si fuera de su propiedad. […] Reducen a todos a la más vil miseria, desnudan y cercenan a los labriegos, los artesanos y todo lo que vive, y si alguno comete el más pequeño error de inmediato lo llevan a colgar en la horca. […] ¿Es que acaso han disminuido sus impuestos y su explotación? […] Ellos hacen que el pobre no sepa leer: “Un muro de hierro ha sido establecido contra los reyes y los príncipes […], y llegará milagrosa la victoria sobre los poderosos y sobre los tiranos” [Jeremías 1, 18-19]. “No he venido a traer la paz, sino la espada” [Mateo 10, 34]. “Todo árbol que no dé frutos convenientes ha de ser extirpado y echado en el fuego” [Mateo 7, 19]. ”Dios ha entregado a los señores y príncipes del mundo y, en su furor, quiere desposeerlos por completo” [Oseas 13, 11]. “Él ha derribado a los poderosos del trono” [Lucas 1, 52]. ¿Cuándo finalmente aprenderá a leer la Escritura el miserable? […] Por todo ello proclamo que hay que ser rebelde. […] ¿Por qué tendría que estar forzado el mundo a realizar un trabajo duro para servir a un saco de polvo? […] Como un diminuto centelleo […] para llegar a ser piedra de chispa […], los ángeles afilan ya sus hoces para esta tarea. […] Llegó el tiempo para la cosecha, he afilado mi hoz. […] Hay que matar a todos los gobernantes impíos […], el pueblo entero tiene el poder de la espada”. “Alemania, Francia, Italia ya han despertado. El Maestro quiere divertirse […]. Los campesinos de la Selva Negra disponen ya de más de tres mil hombres, y el grupo día a día va creciendo […[. ¡Combatid la batalla del Señor! […] ¡Excitad a pueblos y ciudades a la rebelión y, sobre todo, a los compañeros de las minas juntamente con todos los restantes compañeros que pueden ayudaros! […] ¡Ánimo, ánimo, ahora es vuestro turno! […] Pasad esta carta a los mineros. […] ¡Ánimo, ánimo, hasta que arda el fuego! ¡No dejéis que se enfríe vuestra espada! […] ¡Pank, pink, pank, golpead, dad sobre el yunque! ¡Destruid sus defensas! ¡No podréis libraros de temor mientras que vivan, mientras sean aún vuestros señores y ejerzan impunes su dominio! ¡Ánimo mientras la luz os acompaña! ¡Dios va al frente! […] ¡La historia ya está escrita! Mühlhausen, 1525. Thomas Müntzer, siervo de Dios contra los impíos”.
Tratados y sermones
Por favor especial y en virtud de su propia iniciativa, el rey perdona a Wolsey los crímenes, traiciones y atentados, cualesquiera que haya cometido o en adelante pueda cometer
�??Carta de garantía de Enrique VIII al cardenal Wolsey, su ministro�?�, en T. Macaulay, History of England
Una vez que sus Majestades habían pasado ya algún tiempo en lugar tan encantador y las damas habían disfrutado de la colación allí dispuesta, dejó el rey las mesas al pillaje de los que seguían al cortejo, de manera que la destrucción de una composición tan delicada para toda la corte fue otra agradable diversión, tanta era la urgencia y confusión de quienes sin freno demolían los castillos de rico mazapán y las montañas de dulces confituras
Reyes y príncipes fueron, en su origen, no otra cosa que jefes de bandidos
Les Chaînes de l???esclavage
En materia política, nunca se llama a las cosas por su nombre. […] A lo que es fidelidad a las leyes, los príncipes lo llaman rebelión; revuelta a la resistencia a la opresión; discurso sedicioso a la reclamación de los derechos del hombre; facción al cuerpo de ciudadanos reunidos para defender sus derechos, y a la oposición a la tiranía la llaman crimen de lesa majestad, mientras que llaman cargas del estado a las dilapidaciones de la corte, contribuciones públicas a lo que no son sino exacciones, guerra de conquista al bandidaje realizado por medio del ejército, arte de negociar a la perfidia, las hipocresías y traiciones, golpe de estado a los asesinatos, oficiales del rey a sus satélites, observadores a sus confidentes, su cuerpo de delatores y de espías, medidas de seguridad a los abusos y actuaciones inquisitoriales, súbditos fieles a los partidarios y secuaces que tiene el despotismo, y castigo de los sediciosos a la cruel y bárbara masacre de los que luchan por la libertad
Les Chaînes de l???esclavage
Decapitando al rey, la guillotina destruye, espectacularmente, una gran imagen. Las ceremonias nacionales a cielo abierto intentarán desplegar los movimientos de masas en que el pueblo pueda hallarse a sí mismo y percibirse
La invención de la libertad
Vosotros que ignoráis la fiesta
del Capeto muerto en el cadalso,
reyes, cuidad que vuestras cabezas
no vayan a dar el mismo salto
Copla cantada en 1793 en una fiesta en Conches, en un simulacro de ejecución
La gran Revolución francesa comenzó con la triunfal proclamación de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano; pero ese derecho, –proclamado para toda la humanidad– no era realmente sino sólo un derecho de clase para aquello que era el ciudadano como código de la burguesía (a saber, el Código Civil). Ese Código de Napoleón, formulación en abreviatura de la naturaleza, real e histórica, de la gran Revolución francesa, revolución burguesa como tal. Proclamado derecho natural como el del ciudadano –el propietario–, como derecho innato estrictamente”. “La burguesía se representa la revolución burguesa, más o menos, como ‘un señor de traje oscuro’ que, bajo el nombre de ‘revolución’, realiza un ‘milagro’ al poner en práctica los principios del derecho natural y al derribar, al mismo tiempo, a los odiados señores feudales, instaurando así la libertad y la garantía de la libertad de la propiedad privada. Si además se producen algunas tensiones, es decir, los calificados como “males de la revolución”, “el terror” y las ejecuciones –unas que ni siquiera se detienen ante la sagrada persona del rey–, constituyen casos desgraciados que habrá que olvidar a toda prisa o, incluso, negarlos, borrarlos del todo de los libros de historia–
La función revolucionaria del Derecho y el Estado
No se trata de hacer ningún proceso, dado que ni Luis es acusado ni vosotros tampoco sois jueces, sino hombres políticos, representantes, sí, de la nación. No debéis pronunciar una sentencia a favor o en contra de hombre alguno, sino adoptar una medida necesaria a la salud pública, ejecutando un acto de entera providencia nacional […]. No, Luis no puede ser juzgado; está ya condenado o, de otro modo, no estaría fundada la república. Realizar el proceso de Luis significa volver al despotismo, sea monárquico o constitucional; es una idea contrarevolucionaria, dado que cuestiona y pone en duda la revolución en cuanto tal […]. Pues los pueblos no juzgan a la manera de los tribunales, no promulgan sentencias; realmente fulminan, no condenan al rey, a saber, lo hunden en la nada, y esta justicia es superior a la del tribunal
Discurso a la Convención
¡Buscamos la libertad y nos volvemos esclavos unos de otros! ¡Buscamos la naturaleza y vivimos armados!
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
El rey ha de ser juzgado tal como se juzga a un enemigo. Hemos de combatirlo, no juzgarlo
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
De pueblo a rey no conozco relación natural
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Los ciudadanos se obligan por contrato, mientras el soberano no se obliga. […] Si se le juzgara inviolable, no podría haber sido destronado. […] El pacto es un contrato establecido entre los ciudadanos, no con el gobierno. Por lo tanto Luis, que no se había obligado, no puede ser juzgado civilmente. […] Estos motivos conducen a no juzgar a Luis como ciudadano, sino como rebelde. […] No hay término medio, este hombre debe reinar o morir
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Oprimió a una nación libre. Abusó de sus leyes. Se declaró como su enemigo. ¿No le pasó revista a las tropas antes del combate? ¿No huyó, en lugar de impedirles tirar? ¿Qué hizo con objeto de evitar el furor criminal de sus soldados? Debe morir para asegurar el reposo del pueblo
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Juzgar consiste en aplicar la ley. Una ley lo es tan sólo cuando es relación de justicia. ¿Qué relación de justicia puede haber entre la humanidad y los reyes?
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
El proceso de un rey no ha de basarse en los crímenes de su administración, sino en el hecho de haber sido rey. Pues, en efecto, esa usurpación, nada podría jamás legitimarla
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Todo rey es rebelde, todo rey es un usurpador. No es posible reinar con inocencia
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Luis es un extranjero entre nosotros. Ciertamente, antes de su crimen, siendo rey no era ciudadano: no podía votar; no podía empuñar las armas…; mas, después de su crimen, realmente lo es menos todavía. ¿Mediante qué abuso de la misma justicia se le podría hacer un ciudadano para luego pasar a condenarlo? Desde el mismo momento en que un hombre es culpable, sale como tal de la ciudad
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
El espíritu con que el rey será juzgado vendrá a ser el mismo con el cual quedará establecida la República
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
No existían leyes para juzgar a Numa o a Tarquino. Tampoco las había en Inglaterra cuando se juzgó a Carlos I. Pero fueron juzgados aplicando el derecho de gentes. Se rechazó la fuerza, justamente por medio de la fuerza. Se rechazó a un enemigo, un extranjero. Eso legitimó su ejecución
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Luis debe por tanto ser juzgado en tanto enemigo y extranjero. Pero además no es necesario que su condena a muerte cuente con la sanción de todo el pueblo. […] Al no poder el pueblo borrar el crimen de la tiranía, el derecho que al hombre corresponde contra la tiranía es personal. No existe un acto de soberanía que pueda obligar, estrictamente, a perdonarlo a un solo ciudadano
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Apresuraos a juzgar al rey. No existe ni un solo ciudadano que no tenga de hecho sobre él el derecho de Bruto sobre César
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Ha combatido al pueblo y ha sido vencido. Es un extranjero prisionero de guerra. Habéis visto su ejército, habéis visto sus pérfidos propósitos. El traidor no era el rey de los franceses; era el rey de algunos conjurados. Reclutaba tropas en secreto, poseía sus propios magistrados. Veía a los ciudadanos como esclavos. Es el asesino de la Bastilla, de Nancy, del Campo de Marte, de Tournay, de las Tullerías…
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Intentan movernos a piedad, y en seguida comprarán las lágrimas. […] ¡Oye, pueblo, si fuera absuelto el rey […] podrás acusarnos de perfidia!
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
La ruina de los prejuicios quebrantó a la tiranía
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Hoy es la patria la que está acusada por la forma de deliberar
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Esa humanidad de la que os hablan no es más que crueldad hacia el pueblo. El perdón que intentan sugeriros es la muerte de la libertad
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Defensores del rey, ¿qué pedís realmente para él? Si es inocente, es culpable el pueblo
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Comparad el ejemplo que debéis a la tierra, el impulso que debéis a la libertad, la justicia que debéis al pueblo con la piedad criminal que ahora reclama el que nunca la tuvo. Decid a Europa: sirve tú a tus reyes contra nosotros, que somos rebeldes. Pronunciad la verdad, sí, sed sinceros
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Oíd, ¿a qué llamáis revolución? ¿A lo que es, meramente, la caída del trono? ¿A los frenos frente a los abusos? El orden moral es como el físico: los abusos se esfuman de repente, como la humedad de la tierra se evapora; los abusos renacen de improviso, como la humedad cae de las nubes…
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
No se levanta el pueblo cuando el príncipe es justo, no se embravece el mar si el aire está calmado
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
La revolución empieza donde el tirano acaba
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
Perseguían los reyes la virtud protegiéndose entre las tinieblas, mas nosotros juzgamos a los reyes a la vista de todo el Universo
Discursos a la Convención sobre el juicio al rey, 13-11-1792 y 27-12-1793
En la Tierra hay tres clases de infamia con que la virtud republicana no puede pactar ni transigir: la primera de todas, que haya reyes. La segunda, el obedecerles. Deponer las armas, la tercera, donde aún queden un amo y un esclavo
Discurso a la Convención sobre el ejército, 12-2-1793
La monarquía no es tan sólo el rey; la monarquía constituye un crimen. La República no es sólo un senado; la República es la virtud misma
Informe sobre los encarcelados, 26-2-1794
Nosotros, nietos de los labradores, de los marineros y soldados […], somos mucho más grandes que ellos. […] ¿Qué es un rey al lado de un francés?
La Ciudad se encuentra dividida formando siete círculos enormes que, a través de cuatro grandes vías, se comunican sucesivamente. […] Son un pueblo oriundo de la India entre el cual había muchos hombres dedicados a filosofar. Huyendo de las tropelías de los tártaros y el abuso de toda clase de tiranos, fueron a parar a aquella ; […] Resolviendo organizar allí su vida la planificaron en común, tal como enseña la filosofía. […] Una de las costumbres principales es la comunidad de las mujeres, como también ocurre con las cosas. Todo es allí de propiedad común […] de manera que todos participan del alimento en forma equitativa, tal como lo hacen con las ciencias, los honores y las diversiones, sin que nadie pueda en ningún caso apropiarse de nada en exclusiva. En su opinión, toda propiedad ha surgido de que cada individuo quiere para él solo una mujer y una familia y una casa, de lo que viene todo el egoísmo […], con lo cual viene cada uno a robarle a la comunidad. […] Les parece de lo más extraño que consideremos como innoble al que practica un arte manual, mientras que creemos que son nobles los que, sin tener ningún oficio y rodeados de enjambres de sirvientes, se abandonan al ocio y la lascivia, con un daño evidente para el bienestar de la república. […] Ahora bien, al que sabe más oficios es al que consideran el más noble […], y además los trabajos fatigosos de entre los trabajos productivos son también los más considerados, por lo que ninguno los rechaza. […] Todos tratan sin duda de quedar primero en el trabajo […], pues a todo aquel que sobresale en la actividad que realiza le conceden el título de rey (uno que se reserva a los mejores, no a los que no saben hacer nada). […] La superioridad, cada seis meses, determina quién ha de dormir habitando en uno u otro círculo y ocupando tal o cual estancia, después de lo cual vuelve a cambiar […], y cada actividad u ocupación – manual o especulativa– es común a los ciudadanos, sin que importe ser de uno u otro sexo. […] Cada círculo tiene sus cocinas y sus grandes despensas colectivas […], comen en grandes mesas, reunidos, […]se afanan todos por servir […] porque nadie cree rebajarse al prestar los servicios necesarios en los comedores y cocinas, o en los almacenes y talleres, […] y cada uno tiene su porción. […]Todos visten de blanco, con un traje determinado por las estaciones. […] La planta baja de los edificios se dedica a graneros y talleres, guardarropas, despensas, comedores y lavanderías comunales; […] allí adentro se ejercen los oficios, mientras que los espacios superiores –todos adornados con pinturas– se reservan a la actividad de carácter especulativo, sobre cuya materia se realizan, en los atrios, los cursos y lecciones. [….] Y así, como todas las tareas, las artísticas como las manuales, se reparten y se hacen entre todos, cada ciudadano no trabaja sino cada día cuatro horas, dedicándose luego todo el resto a perfeccionarse en cuanto hace a los aspectos físico y moral. […] No hay allí esclavitud ni servidumbre […], ni hay avidez alguna de riquezas ni por poseer plata ni oro –que tan sólo se encuentran destinados a fabricar algunos utensilios que también emplean en común– […], porque nadie carece de cuanto le sea necesario –y aun lo que su capricho le sugiera–. […] La posesión de bienes, en efecto, no les despierta la menor codicia, puesto que realmente todo el mundo tiene allí cuanto necesita, más aquello que pueda recibir en calidad de premio o galardón, dado que la república acostumbra hacer ciertos regalos a sus héroes. […] De este modo, la vida colectiva hace a cada uno, al tiempo, rico y pobre: rico porque lo posee todo, pobre porque nada es sólo suyo; pero nadie se afana o se preocupa de servir a las cosas, sino, al contrario, de servirse de ellas. […] Cierto que no ignoran el dinero, acuñando moneda destinada a las actividades exteriores de sus embajadores y emisarios. Pero, al contrario, de los mercaderes que, procedentes de los demás países, han llegado hasta allí, interesados por el exceso de su producción, nunca les piden que les den dinero, sino las diferentes mercancías de las cuales carezca la Ciudad. […] Deliberan, reunidos en Consejo, sobre lo que el pueblo necesita, e invisten a los magistrados designados para cada cargo en la Asamblea General, relevándolos luego, en su momento, por acuerdo del pueblo en su conjunto. […] Tratan muy bien a los extranjeros […], enseñándoles todo aquel Estado para que vean el orden que allí reina (porque están firmemente convencidos de que al final el mundo entero no tendrá otro destino y solución que adoptar aquel modo de vida), y permiten que vayan al Consejo y a sentarse en la mesa colectiva. Y, si quieren unirse a aquel Estado, los someten a prueba y luego adoptan la resolución correspondiente. […] En lo que hace a la procreación, todo el mundo se encuentra sometido a lo que ordenan las autoridades, pues la progenie es considerada como bien público, no particular
La Ciudad del Sol
Osan los hombres pensar por sí mismos;
en la balanza pesan a los reyes
y hablan de libertad, el prohibido fruto
Manfred
Los hombres hicieron el 14 de julio, las mujeres el 6 de octubre. Los hombres tomaron la Bastilla, las mujeres al rey. Y lo pusieron en manos de París, de la Revolución exactamente.
Les Femmes de la Révolution
Alzando a los débiles del suelo,
levantando a los pobres del estiércol,
[…]
destronará a los reyes en su ira […]
y hará caer muchas cabezas.
[…]
Depuso al poderoso de su trono,
mientras elevaba a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes,
y a los ricos los dejó sin nada.
[…]
Él beberá del curso del torrente.
[…]
Y soplará y fluirán las aguas.
Salmos 112, 109 y 147 y Evangelio de Lucas 1