Frente a la extrañeza del proyecto –como de otros proyectos semejantes pertenecientes a la Ville naissante, como la “Casa de la Educación” o la “Casa de Juegos” (“he aquí lo que puede un Arquitecto cuando saca partido a las pasiones”; “la pureza es la base de su Código”)–, Ledoux va a hacer explícito, patente, el proyecto político implicado. Pues, “¿por qué no progresan las ideas? Porque la timidez las encadena […]. Pero aquellos que sueñan con el bien y duermen en estado de vigilia, entregados en todo a la mejora del pacto social, frente a un aceptar lo legislado siguen, antes bien, una política. […] Eso a lo que un gobierno no se atreve, he aquí que lo afronta el Arquitecto
C.-N. Ledoux
L’Architecture considerée sous le rapport de l’art, des moeurs et de la législation (sobre la “Casa de Juegos” y la Oikema)
En lugar de una táctica y de una estrategia continental se utilizan formas limitadas: luchas electorales reducidas, un pequeño progreso electoral obtenido en uno u otro sitio; dos diputados, un senador y cuatro alcaldes; una gran manifestación dispersada a golpe de fusil; otra elección perdida, aunque hoy sea por unos votos menos; una huelga ganada, diez perdidas; un paso adelante y diez atrás; una victoria dentro de un sector, diez derrotas en otro; y, de pronto, te cambian las reglas del juego y se vuelve a empezar desde el principio […] ¿Por qué todo este gasto de energías? […] Donde se dan tan graves errores, moviliza el pueblo sus legiones un año tras otro para impulsar acciones que le cuestan inmensos sacrificios
E. Guevara
"La estrategia y la táctica de la revolución latinoamericana", octubre de 1962
Poco importa sin duda si la revolución de un pueblo animoso que hemos visto darse en nuestros días triunfa o fracasa, tal como importa poco si acumula atrocidad y miserias –hasta el punto de que un hombre sensato, que la corregiría en la esperanza de llevarla en la buena dirección, nunca en cambio estaría decidido a intentar la experiencia a dicho precio–; esa revolución, tal como digo, ciertamente encuentra en todo caso en los espíritus de los espectadores (que no hayan entrado en ese juego) una simpatía hacia el intento que casi raya con el entusiasmo, y cuya simple manifestación ya comporta un peligro; dicha simpatía, en consecuencia, no posee otra causa que una disposición moral que es propia del género humano. Causa moral que es […], en primer término, el derecho de un pueblo a no verse impedido por otros poderes a darse una constitución política a su gusto
I. Kant
El conflicto de las facultades