I
Ocurrió en nuestro tiempo.
[…]
Sobre las calles, la manifestación
va allanando todos los obstáculos.
Va afluyendo
la cola, rumorosa.
Ya está cerca del parque.
Llega al puente
Troitski.
Desde el Neva, ocho descargas.
La novena, cansada.
Gente al trote.
A lo lejos:
“¡Venganza!”
Corren por las aceras.
Cae la noche
que la aurora ya no levantará.
Al tronar de descargas,
desde las barricadas otro trueno.
[…]
Obstinada y desnuda, sin sonrojo,
la ciudad se mostraba toda entera.
II
Esos días son como un periódico,
pueden leerse al azar,
por cualquier lado.
Tengo catorce años,
quince dentro de un mes.
[...]
La ciudad sueña.
[…]
La bencina prolongó el ocaso,
y, detrás, se retuerce
aún el rojo gayo de las llamas.
III
En la calle, cuajada,
saludando despacio a las banderas.
Se apagaban los coros a lo lejos
y se despeinó la oscuridad.
Mira el sol, a través de sus gemelos.
Cañoneo y ocaso, todo el día.
[…]
Los crujientes montones de la nieve,
los cadáveres, puestos sobre el suelo
como si se lanzaran a volar.
Ocurrió en nuestro tiempo.
[…]
Esos primeros días de febrero
me enamoré de la tormenta.
B. Pasternak
El año 1905
En lugar de una táctica y de una estrategia continental se utilizan formas limitadas: luchas electorales reducidas, un pequeño progreso electoral obtenido en uno u otro sitio; dos diputados, un senador y cuatro alcaldes; una gran manifestación dispersada a golpe de fusil; otra elección perdida, aunque hoy sea por unos votos menos; una huelga ganada, diez perdidas; un paso adelante y diez atrás; una victoria dentro de un sector, diez derrotas en otro; y, de pronto, te cambian las reglas del juego y se vuelve a empezar desde el principio […] ¿Por qué todo este gasto de energías? […] Donde se dan tan graves errores, moviliza el pueblo sus legiones un año tras otro para impulsar acciones que le cuestan inmensos sacrificios
E. Guevara
"La estrategia y la táctica de la revolución latinoamericana", octubre de 1962
El colonial es un régimen instaurado mediante la violencia. Siempre se ha implantado por la fuerza. Contra la voluntad de algunos pueblos, otros más avanzados en las técnicas de destrucción o más poderosos por su número han logrado imponerse.
Un sistema así, establecido mediante la violencia, no puede ya sino ser fiel a sí mismo: su duración en el tiempo está en función del mantenimiento de la violencia.
Pero esa violencia nunca es una forma de violencia abstracta, no es solamente una violencia intelectualmente percibida, sino que es también una violencia del comportamiento cotidiano ejercido por el colonizador con respecto al colonizado: apartheid en África del Sur, trabajos forzados en Angola, racismo en Argelia… Desprecio y política del odio, manifestación de una violencia dolorosa y concreta
F. Fanon
“Pourquoi nous employons la violence”, discurso de Accra, abril de 1960
Poco importa sin duda si la revolución de un pueblo animoso que hemos visto darse en nuestros días triunfa o fracasa, tal como importa poco si acumula atrocidad y miserias –hasta el punto de que un hombre sensato, que la corregiría en la esperanza de llevarla en la buena dirección, nunca en cambio estaría decidido a intentar la experiencia a dicho precio–; esa revolución, tal como digo, ciertamente encuentra en todo caso en los espíritus de los espectadores (que no hayan entrado en ese juego) una simpatía hacia el intento que casi raya con el entusiasmo, y cuya simple manifestación ya comporta un peligro; dicha simpatía, en consecuencia, no posee otra causa que una disposición moral que es propia del género humano. Causa moral que es […], en primer término, el derecho de un pueblo a no verse impedido por otros poderes a darse una constitución política a su gusto
I. Kant
El conflicto de las facultades