todos
Y haréis santo un año con el año cincuenta,
clamaréis, para todos, en la tierra, iòvel,
clamaréis en la tierra
libertad.
Levítico, 25, 10
Dijeron: “Vamos a edificar una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos [...]”. Y Yaveh bajó a ver la ciudad y la torre que habían construido los humanos, y dijo Yaveh: “He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les va a ser imposible. Bajemos y confundamos su lenguaje
Génesis, 11, 4-7
Tú, el más sabio y hermoso de los Ángeles todos,
Dios carente de suerte, privado de alabanzas,
[...]
Príncipe del exilio, golpeado injustamente
y que, vencido, siempre más fuerte te levantas,
[...]
tú que todo lo sabes, rey de lo subterráneo,
tú que eres quien cura las angustias humanas,
[...]
bastón del desterrado, fanal del inventor,
confesor del ahorcado y del conspirador,
[...]
Satán, padre adoptivo de aquellos que en su ira
del Paraíso terrestre arrojó Dios un día.
[...]
¡Gloria a ti en las alturas de los Cielos, Satán,
donde antaño reinaste, y en la profundidad
del Infierno en que sueñas, silencioso y vencido!
¡Que el Árbol de la Ciencia acoja un día mi espíritu!
Les Fleurs du mal, �??Révolte �?? Les Litanies de Satan�?�, vv. 1-2, 4-5, 7-8, 40-41, 43-44, 46-50
Y, al haberse hecho fuertes y terribles, abrigaban grandes pensamientos [...], y quisieron abrirse paso al Cielo y subir a atacar allí a los dioses. Entonces Zeus y los otros dioses deliberaban qué debían hacer, pero no encontraban solución, no pudiendo sin más matar a todos exterminando todo su linaje –como a los Gigantes, con el rayo–, porque perderían los honores y sacrificios que hacían los humanos, ni podían tampoco permitir sin más sus insolencias. Tras haberlo pensado, dijo Zeus: [...] “Cortaré a cada uno en dos mitades; así los hombres van a ser más débiles y, al doblarse de ese modo en número, nos serán de más utilidad
Banquete, 190 b-d
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
[…]
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra, juntad todos
los silenciosos labios derramados
y, desde el fondo, habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros.
Contad, contadme todo,
contádmelo cadena por cadena,
eslabón a eslabón y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre
Canto General, �??Alturas de Macchu Picchu�?�
“Muros, anillos e inmovilidad. Durante dos mil años la humanidad creyó que el Sol y todos los astros del cielo daban vueltas a su alrededor. El Papa, los cardenales, los príncipes, los eruditos, capitanes, comerciantes, pescaderas y escolares creyeron estar inmóviles, sentados dentro de esa bola de cristal. Pero nosotros iniciamos nuestro viaje y tomamos el largo. El tiempo viejo ha pasado, ésta es una nueva era […]. Tal como son estrechas las ciudades, son también muy estrechas las cabezas. Reinan la peste y las supersticiones. Cierto, pero eso significa que aunque la cosa sea así no tendrá por qué seguirlo siendo. Porque todo se mueve. […] Lo de los viejos libros ya no basta. Donde la fe imperó más de mil años, hoy se asienta la duda […] Una fresca corriente, un fresco viento, hoy levanta las doradas faldas y ropajes de nobles y prelados, tras dejarnos sus muslos a la vista: piernas gordas y grasas, piernas flacas, pero piernas que son como las nuestras. Pero ahora el cielo está vacío […]. El Universo ya no tiene centro dado que ahora los tiene por millares, pues cada uno y ninguno de nosotros pueden ser contemplados como centro”. […] “No sabemos bastante todavía. En realidad, aún estamos al principio”
Galileo Galilei
Dios: “Puedes venir aquí sin traba alguna,
pues nunca odié a los que cual tú son.
De todos los espíritus que niegan
el que menos molesta es el bribón”.
[...]
Mefistófeles:
“De vez en cuando me gusta ver al viejo,
y de romper con él mucho me guardo.
De un tan gran señor es un buen gesto
humanamente hablar aun con el diablo”.
Fausto, �??Prólogo en el Cielo�??, vv. 336-339 y 350-353
Creonte.- Dí, ¿sabías que estaba prohibido?
Antígona.- Lo sabía. La cosa estaba clara.
Creonte.- Y, ¿te atreviste a violar las leyes?
Antígona.- No dictó tales leyes la Justicia. [...] Que había de morir ya lo sabía, aunque no me lo hubieras anunciado. [...] Sucumbir a ese lance no me duele.
[...]
Creonte.- Esta insolente ha sabido ir y violar las leyes decretadas. ¡Y aún mayor la insolencia de jactarse! [...] ¿No te avergüenzas de pensar distinto a como lo hacen todos los restantes?
Antígona.- Yo no comparto odio, amor comparto. [...]Si los dioses dan esto por bueno, no reconoceré que haya pecado sino cuando decidan castigarme. [...] Honrar a los hermanos no es vergüenza
Antígona
Compatriotas y amigos […], si hubiera alguno en toda esta asamblea que profesara a César su amistad, a él le digo que el amor de Bruto hacia César no fue menor que el suyo. Y si ese amigo preguntase por qué Bruto se ha alzado contra César, ésta sería mi contestación: ‘No porque amara a César menos, sino porque amaba a Roma más’. ¿Preferiríais que viviera César a cambio de morir todos esclavos a que esté muerto César y vivir libres? Porque me apreciaba, yo lo lloro; por afortunado lo celebro; lo honro como valiente, pero por ambicioso lo maté. Lágrimas hay en mí para su afecto como júbilo para su fortuna, honra sin duda por su valentía, pero muerte frente a su ambición. ¿Quién aquí hay tan abyecto que acepte y quiera ser esclavo? ¡Si hay alguno, que hable! ¡Le he ofendido! […] ¿Quién tan vil que no ame a su patria?
Julio César
“Kohlhaas, que crees ser el adalid enviado para mantener la espada de la justicia entre tus manos, ¿qué es lo que estás haciendo, criminal, en la loca pasión de tu ceguera?, ¡tú, injusticia hecha carne desde el pelo a las suelas de las botas! Como el señor al que debes obediencia te ha negado el que crees tu derecho –uno que no es sino el combate por una insignificante propiedad–, te levantas, impío, a sangre y fuego, e irrumpes, como el lobo del desierto, en la paz de ese pueblo que él protege. […] Pero, ¿cómo te atreves a decir que te han negado tu derecho, tú, cuyo pecho impío, arrebatado de odio y de venganza, de inmediato, al primer revés quisiste por ti mismo hacer justicia? […] Pues, ¿qué saben de ti tus superiores, si el señor contra el que te alzas no conoce tu nombre tan siquiera? […] Mira que la espada que levantas es la espada del crimen y del robo; no eres otra cosa que un rebelde, no un guerrero y campeón de Dios. Mira que tu destino en esta tierra es la rueda y la horca, y más allá la condenación”
Dado en Wittenberg, Martín Lutero.
[Kohlhaas va al encuentro de Lutero]
“El combate contra lo que fue mi comunidad, contra mi estado, sólo sería un crimen si no me hubieran expulsado de él”. “¿Expulsado?”, exclamó Lutero. “¡Qué inmenso delirio en lo que dices! ¿Quién te expulsó del estado en el que vivías? “. “Llamo expulsado –le respondió Kohlhaas– a aquel a quien le han negado el amparo efectivo de las leyes. Quien me niega esa protección –como a todos aquellos que me siguen– me expulsa al desierto y me pone la maza entre las manos!”
Michael Kohlhaas
“Nuestros señores y nuestros príncipes se hallan en el origen de cualquier tipo de usura y de robo, pues se apoderan de todo lo que existe como si fuera de su propiedad. […] Reducen a todos a la más vil miseria, desnudan y cercenan a los labriegos, los artesanos y todo lo que vive, y si alguno comete el más pequeño error de inmediato lo llevan a colgar en la horca. […] ¿Es que acaso han disminuido sus impuestos y su explotación? […] Ellos hacen que el pobre no sepa leer: “Un muro de hierro ha sido establecido contra los reyes y los príncipes […], y llegará milagrosa la victoria sobre los poderosos y sobre los tiranos” [Jeremías 1, 18-19]. “No he venido a traer la paz, sino la espada” [Mateo 10, 34]. “Todo árbol que no dé frutos convenientes ha de ser extirpado y echado en el fuego” [Mateo 7, 19]. ”Dios ha entregado a los señores y príncipes del mundo y, en su furor, quiere desposeerlos por completo” [Oseas 13, 11]. “Él ha derribado a los poderosos del trono” [Lucas 1, 52]. ¿Cuándo finalmente aprenderá a leer la Escritura el miserable? […] Por todo ello proclamo que hay que ser rebelde. […] ¿Por qué tendría que estar forzado el mundo a realizar un trabajo duro para servir a un saco de polvo? […] Como un diminuto centelleo […] para llegar a ser piedra de chispa […], los ángeles afilan ya sus hoces para esta tarea. […] Llegó el tiempo para la cosecha, he afilado mi hoz. […] Hay que matar a todos los gobernantes impíos […], el pueblo entero tiene el poder de la espada”. “Alemania, Francia, Italia ya han despertado. El Maestro quiere divertirse […]. Los campesinos de la Selva Negra disponen ya de más de tres mil hombres, y el grupo día a día va creciendo […[. ¡Combatid la batalla del Señor! […] ¡Excitad a pueblos y ciudades a la rebelión y, sobre todo, a los compañeros de las minas juntamente con todos los restantes compañeros que pueden ayudaros! […] ¡Ánimo, ánimo, ahora es vuestro turno! […] Pasad esta carta a los mineros. […] ¡Ánimo, ánimo, hasta que arda el fuego! ¡No dejéis que se enfríe vuestra espada! […] ¡Pank, pink, pank, golpead, dad sobre el yunque! ¡Destruid sus defensas! ¡No podréis libraros de temor mientras que vivan, mientras sean aún vuestros señores y ejerzan impunes su dominio! ¡Ánimo mientras la luz os acompaña! ¡Dios va al frente! […] ¡La historia ya está escrita! Mühlhausen, 1525. Thomas Müntzer, siervo de Dios contra los impíos”.
Tratados y sermones
“En una revolución (si es verdadera) o se vence o se muere”. “Por la presente renuncio formalmente a todos mis cargos en la dirección del partido, así como a mi puesto de ministro, a mi grado de comandante y a mi condición de cubano. Ya nada legal me liga a Cuba, sino sólo otros lazos que nunca podrán ser destruidos como los papeles oficiales. […] Dejo un pueblo que me acogió como a su hijo, y que seguirá constituyendo una buena parte de mi espíritu. Llevaré a los nuevos campos de batalla […] el espíritu revolucionario de mi pueblo junto al sentimiento de cumplir el más sagrado de todos los deberes: luchar contra el imperialismo en todas partes. Eso me reconforta y dulcifica cien veces cualquier tipo de desgarro”.
Carta de despedida a Fidel Castro, 1965
Los mismos que, desde hace cuatro años, conspiran bajo el velo del patriotismo, hoy, que los amenaza la justicia, van repitiendo la frase de Vergniaud: ‘La revolución es como Saturno; devorará a todos sus hijos’. Lo repitió, en su proceso, Hébert, como la recitan y repiten los que tiemblan al ser desenmascarados. La Revolución no devorará a sus hijos, sino tan sólo a sus enemigos, sea cual fuere la máscara bajo la que busquen ocultarse. […] La Revolución devorará hasta el último amigo y partidario de la tiranía. No perecerá patriota alguno. […] Los que nos reprochan por severos, ¿preferirían que fuéramos injustos? […] ¡Odiad a los enemigos de la República y estad en paz con vosotros mismos!
Informe sobre la conjura, 31-3-1794
Luis Felipe almorzaba cada día toda una infinidad de platos, pero a su mesa no podían faltar las chuletas a la Luis Felipe, de ternera como de carnero, que le preparaban de este modo: golpeadas y sazonadas las chuletas, sazonadas en crudo, se atan tres de ellas superpuestas, bien atadas con un bramantillo, tan como si fuesen una sola y de mucho grosor, para asarlas después a la parrilla, bastante pasadas. Luis Felipe comía la del medio del grupo de tres, tirando las otras
El practicón. Tratado completo de cocina al alcance de todos
“[Hasta 1788] el Estado francés –como todos los demás Estados– era un ‘Estado de naturaleza’, un cuerpo político cuya organización originaria se basaba en la fuerza, no en las leyes
Cartas sobre la educación estética del hombre
Todos los gobiernos que subsisten hoy día, al igual que aquellos de los cuales la Historia nos guarda algún recuerdo, se fundan en la usurpación o en la conquista o en una y otra al mismo tiempo, sin que sea posible pretextar por parte del pueblo ningún tipo de libre aceptación ni sujeción que sea voluntaria
Escritos políticos
Es una constante observación que en todos los países y naciones los degenerados y viciosos, las mujeres que ‘viven del comercio’, los criados, los pillos, los truhanes, los arbitristas y los jugadores y los espías y los ganapanes siguen siempre el bando de los príncipes, pues de la corte esperan su fortuna, de los dilapidadores de lo público, concusionarios y disipadores, siempre bien dispuestos a formar en el pelotón del despotismo. […] De ese modo, esa vida licenciosa que el pueblo denomina ‘libertad’ es una de las fuentes principales de su lamentable servidumbre
Les Chaînes de l???esclavage
Que una nación grande y numerosa venga padeciendo bajo el yugo, nadie encuentra ahí mucho que objetar. Pero que una nación en su conjunto ose castigar a algún tirano, todos lo encontrarán escandaloso como si fuera algo criminal
Les Chaînes de l???esclavage
La fortuna no es un buen garante […]. Basta con que abramos los anales del senado británico para poder juzgar del patriotismo de sus muchos miembros opulentos. Esos que dejaron en las manos de Enrique VII, de Enrique VIII y de María los sagrados derechos de sus conciudadanos, ¿no eran todos ricos propietarios? Y aquellos que se prostituyeron a la voluntad y a los caprichos de Jaime I, de Carlos I, de Carlos II y de Jaime II, ¿no eran, todos, ricos propietarios? Los que tan vilmente se vendieron a Guillermo III y a Jorge III, ¿no eran todos ricos propietarios? Escoger nuestros diputados entre hombres de mérito y fortuna se podría ver como prudente, pero realmente cuando el lujo, el desorden, la venalidad, la lujuria y la disipación son las únicas marcas características de la clase rica, ¿por qué no elegir sólo a los hombres que parecen ser más virtuosos, más prudentes, más sabios, los que brillan en otras clases de la sociedad?
Les Chaînes de l’esclavage
Plantad un poste coronado de flores en medio de una plaza, congregad al pueblo a su alrededor y tendréis una fiesta. Convertid a los espectadores en espectáculo, que sean sus propios actores; procurad que cada uno se vea en los otros, para que todos se hallen más unidos
Lettre a M. D???Alembert sur les spectacles
Si los hombres, en estado natural, nacen todos iguales en derecho, de hecho en cambio no nacen iguales, dado que la fuerza y el instinto, que también vienen por naturaleza, establecen entre ellos una gran desigualdad de suerte, pese a la igualdad en los derechos; mas su reunión y sus instituciones no pueden tener otro objetivo que mantener de hecho esa igualdad en el derecho, protegiendo al débil de la opresión del fuerte, y sometiendo así la industria de unos a la común utilidad de todos. El error más funesto y más cruel en que ha caído la Constituyente, al igual que la Legislativa y, por fin, que la Convención, al seguir en esto servilmente a los legisladores diferentes que las han precedido, es no haber señalado límites al derecho de propiedad y abandonar al pueblo a las especulaciones ávidas del rico
Manifeste des plébeiens
Guillotina I. Pie de imagen
- Armazón del cadalso 1a) tablas 1b) postes 1c) ranura 1d) guarniciones de cobre 1d) travesaño
- La cuchilla
- La hoja
- Los rieles
- La montura
- Banco
- Yugo móvil
- Rodamientos
- Pilón
- Cesto
- Chapa de zinc
- Serrín
- Arrastre
- Cable de tracción
- Muelle
- Freno
- Gatillo
�??Guillotin�?�, en Mausoleum
Oponed frente a los tiranos la facción de todos los franceses
Discurso a la Convención, contra la protección militar de la Asamblea, 22-10-1792
La patria de un pueblo libre se halla abierta a todos los hombres de la tierra
Proyecto para la Constitución
El pueblo francés es el amigo de todos los pueblos, […] y a todos los hombres dará asilo. […] Los extranjeros, como sus costumbres, han de ser igualmente respetados. […] La República protege a quienes hayan sido desterrados de su patria por la causa […] de la libertad […] La República francesa en ningún caso procederá a tomar las armas para sojuzgar a ningún pueblo con el objetivo de oprimirlo. No se firmará ningún tratado cuyo objeto no sea la paz y felicidad de las naciones
Proyecto para la Constitución
Nos hemos casado con todos los pueblos, todas las fronteras han mezclado su sangre
Informe sobre la ley contra los ingleses, 16-10-1793
La idea de libertad de cada uno, según su interés particular, viene a causar la esclavitud de todos
Informe sobre los encarcelados, 26-2-1794
Pronto las naciones ilustradas entablarán proceso a la memoria de quienes han reinado sobre ellas y arrastrarán sus restos al cadalso. Pisoteará Europa el polvo y la memoria de todos sus tiranos. Cualquier gobierno que no esté basado en la justicia será aborrecido
Nadie habrá de tener hacienda propia, ni ninguna vivienda ni almacén donde no pueda entrar quien lo desee […] y han de vivir reunidos, […] teniendo las comidas en común […], no debiendo mezclar la condición natural y áurea de sus almas con la posesión de oro mortal. […] Así ha de quedar configurada la felicidad [de la Ciudad], no para unos pocos separados, sino para todos justamente. Los guardianes han de vigilar que en la Ciudad nunca se deslicen inadvertidamente un par de cosas, a saber, la riqueza y la pobreza […], pues en efecto las demás ciudades no son una, sino al menos dos, y además enemigas mutuamente: la de los ricos y la de los pobres y, a su vez, otras muchas dentro de ellas […], pues lo que desgarra una ciudad y el mayor de sus males se produce cuando mío y no mío no coinciden con el conjunto de quienes la habitan. Si ninguno fuere poseedor de ninguna otra cosa que su cuerpo, siendo común cualquier otra cosa, no se dará disputa en la Ciudad por la familia ni por las riquezas. El matrimonio y la procreación han de ser además cosa común, amistosamente compartida, […] siendo a cada uno de los hombres todas las mujeres en común, sin cohabitar separadamente; con lo que tendrán hijos comunes y ningún padre conocerá a su hijo ni ningún hijo conocerá a su padre. […] Siendo a todos comunes las viviendas y en ellas las comidas en común, nadie habrá de tener nada privado […]. Y habrá que instruir a las mujeres en las mismas artes que los hombres, para que ellas estén en situación de poder hacer todo, como ellos. […], ejerciendo trabajos semejantes según la disposición de cada uno. No se da diferencia en que ya exista o que llegue a existir esta Ciudad, pues el que esté dotado de razón sólo en una con esas condiciones se dispondrá a actuar en ella
La República
Lo que finge Platón en su República o lo que rige ahora en Utopía es mejor que lo nuestro en todo caso […]; aquí domina la propiedad privada, mientras allí todo es en común […]. En donde exista la propiedad privada, donde todo se mida por dinero, no podrán reinar en el Estado la prosperidad y la justicia, a menos que sea justo aquel Estado en que lo mejor pertenece a los peores, y que sea próspero un país donde sólo unos pocos individuos copan entre sí todos los bienes […] mientras los más están en la miseria. […] La distribución de los bienes por igual permite a todos vivir en la abundancia […] No hay otro modo de salvar a un pueblo que la plena igualdad de condiciones poseyendo los bienes entre todos […]. Es preciso abolir la propiedad
Utopía
La ciudad se divide en cuatro partes, en mitad de cada una de las cuales se levanta un mercado público, en el cual entregan las familias todo cuanto produce su trabajo […]. A su vez, cada padre de familia busca allí cuanto necesitan él mismo y los suyos, y se lleva de allí cuanto desea sin pagarlo ni dar nada a cambio. […] Han dispuesto además en cada barrio vastos edificios construidos a distancias iguales […] adscribiéndose a cada uno de ellos treinta familias que van allí a comer […]. Comen y cenan en comunidad. […] Los que regentan esos edificios van a proveerse a los mercados de los alimentos necesarios para aquellos que acuden a su centro, distribuyendo así los alimentos en proporción a la población. […] E igual sucede en los hospitales en donde se cuida a los enfermos. Todos ellos son públicos y administrados en común
Utopía
Seleccionando cuatro candidatos, todos ellos propuestos por el pueblo, escogen entre ellos a su príncipe por voto secreto. Cada cuarterón de la ciudad nombra además un candidato para ir al Senado. […] Las cuestiones de más importancia se remiten de ahí a la Asamblea, […] y algunas veces la cuestión, cuando resulta aun más trascendente, se somete a la isla en su conjunto a través del Consejo General
Utopía
Todos allí practican un oficio […], y la mayoría se dedican en sus ratos de ocio –tras hacer su jornada de seis horas– al cultivo efectivo de las letras. […] Tras la cena pasan en común una buena hora en diversiones: dentro de los jardines en verano, y en invierno en las salas donde comen, que igualmente son salas comunales
Utopía
La Ciudad se encuentra dividida formando siete círculos enormes que, a través de cuatro grandes vías, se comunican sucesivamente. […] Son un pueblo oriundo de la India entre el cual había muchos hombres dedicados a filosofar. Huyendo de las tropelías de los tártaros y el abuso de toda clase de tiranos, fueron a parar a aquella ; […] Resolviendo organizar allí su vida la planificaron en común, tal como enseña la filosofía. […] Una de las costumbres principales es la comunidad de las mujeres, como también ocurre con las cosas. Todo es allí de propiedad común […] de manera que todos participan del alimento en forma equitativa, tal como lo hacen con las ciencias, los honores y las diversiones, sin que nadie pueda en ningún caso apropiarse de nada en exclusiva. En su opinión, toda propiedad ha surgido de que cada individuo quiere para él solo una mujer y una familia y una casa, de lo que viene todo el egoísmo […], con lo cual viene cada uno a robarle a la comunidad. […] Les parece de lo más extraño que consideremos como innoble al que practica un arte manual, mientras que creemos que son nobles los que, sin tener ningún oficio y rodeados de enjambres de sirvientes, se abandonan al ocio y la lascivia, con un daño evidente para el bienestar de la república. […] Ahora bien, al que sabe más oficios es al que consideran el más noble […], y además los trabajos fatigosos de entre los trabajos productivos son también los más considerados, por lo que ninguno los rechaza. […] Todos tratan sin duda de quedar primero en el trabajo […], pues a todo aquel que sobresale en la actividad que realiza le conceden el título de rey (uno que se reserva a los mejores, no a los que no saben hacer nada). […] La superioridad, cada seis meses, determina quién ha de dormir habitando en uno u otro círculo y ocupando tal o cual estancia, después de lo cual vuelve a cambiar […], y cada actividad u ocupación – manual o especulativa– es común a los ciudadanos, sin que importe ser de uno u otro sexo. […] Cada círculo tiene sus cocinas y sus grandes despensas colectivas […], comen en grandes mesas, reunidos, […]se afanan todos por servir […] porque nadie cree rebajarse al prestar los servicios necesarios en los comedores y cocinas, o en los almacenes y talleres, […] y cada uno tiene su porción. […]Todos visten de blanco, con un traje determinado por las estaciones. […] La planta baja de los edificios se dedica a graneros y talleres, guardarropas, despensas, comedores y lavanderías comunales; […] allí adentro se ejercen los oficios, mientras que los espacios superiores –todos adornados con pinturas– se reservan a la actividad de carácter especulativo, sobre cuya materia se realizan, en los atrios, los cursos y lecciones. [….] Y así, como todas las tareas, las artísticas como las manuales, se reparten y se hacen entre todos, cada ciudadano no trabaja sino cada día cuatro horas, dedicándose luego todo el resto a perfeccionarse en cuanto hace a los aspectos físico y moral. […] No hay allí esclavitud ni servidumbre […], ni hay avidez alguna de riquezas ni por poseer plata ni oro –que tan sólo se encuentran destinados a fabricar algunos utensilios que también emplean en común– […], porque nadie carece de cuanto le sea necesario –y aun lo que su capricho le sugiera–. […] La posesión de bienes, en efecto, no les despierta la menor codicia, puesto que realmente todo el mundo tiene allí cuanto necesita, más aquello que pueda recibir en calidad de premio o galardón, dado que la república acostumbra hacer ciertos regalos a sus héroes. […] De este modo, la vida colectiva hace a cada uno, al tiempo, rico y pobre: rico porque lo posee todo, pobre porque nada es sólo suyo; pero nadie se afana o se preocupa de servir a las cosas, sino, al contrario, de servirse de ellas. […] Cierto que no ignoran el dinero, acuñando moneda destinada a las actividades exteriores de sus embajadores y emisarios. Pero, al contrario, de los mercaderes que, procedentes de los demás países, han llegado hasta allí, interesados por el exceso de su producción, nunca les piden que les den dinero, sino las diferentes mercancías de las cuales carezca la Ciudad. […] Deliberan, reunidos en Consejo, sobre lo que el pueblo necesita, e invisten a los magistrados designados para cada cargo en la Asamblea General, relevándolos luego, en su momento, por acuerdo del pueblo en su conjunto. […] Tratan muy bien a los extranjeros […], enseñándoles todo aquel Estado para que vean el orden que allí reina (porque están firmemente convencidos de que al final el mundo entero no tendrá otro destino y solución que adoptar aquel modo de vida), y permiten que vayan al Consejo y a sentarse en la mesa colectiva. Y, si quieren unirse a aquel Estado, los someten a prueba y luego adoptan la resolución correspondiente. […] En lo que hace a la procreación, todo el mundo se encuentra sometido a lo que ordenan las autoridades, pues la progenie es considerada como bien público, no particular
La Ciudad del Sol
¿Por qué una casa para congregar las virtudes morales de los hombres? […] Para avanzar en la virtud y mantener el orden necesario, la Unión nos resulta imprescindible. […] Incrustadas en bronce en esos muros, leemos las ideas más comunes: “De la unión es producto todo bien”. […] “Aunque quieran pagarla con dinero, sin unión ¿podrá haber felicidad?” […] A este gran edificio se le añaden varios nuevos estímulos: la agricultura y el comercio, como las artes y la literatura, tienen ahí sus salas de reunión, galerías, bibliotecas y diversos espacios comunes. Y aun amplios paseos recubiertos y jardines de plantas de utilidad medicinal, y el agua que mana desde el monte regando los productos del trabajo. Con todo lo cual, un nuevo pacto social viene ejerciendo su influencia. Ved ahora el detalle de sus planos: sus alzados presentan ese haz de columnas que mantiene, como tal, el favor de la armonía. Galerías comunes dan cobijo a todos al amparo de sus pórticos para fomentar la discusión, mientras los gabinetes destinados a la instrucción y los estudios guardan la memoria de los hombres
L???Architecture considerée sous le rapport de l???art, des moeurs et de la législation, (respecto a la �??Casa de la Unión�?�)
Las calles-galería constituyen uno de los encantos más preciosos que posee un Palacio de Armonía [...]. La Falange no tiene calle exterior o vía descubierta que se encuentre expuesta a las inclemencias del tiempo; cada cuartel del edificio nominal puede ser recorrido a través de una amplia galería que reina entera sobre el primer piso y en todos sus cuerpos; en las extremidades de esa vía hay pasillos que apoyan en columnas, o también subterráneos adornados, que proporcionan a las distintas partes y las dependencias del Palacio comunicación abrigada, elegante y acorde para cualquiera de las estaciones gracias a estufas o ventiladores [...]. La calle-galería o peristilo continuo se sitúa en el primer piso. No es adaptable a la planta baja, que es necesario atravesar en coche en diversos puntos por arcadas [...]. Las calles-galería de una Falange no reciben luz desde ambos lados, por cuanto son adherentes a cada uno de los cuerpos de edificio, los cuales disponen de doble fila de habitaciones; así, una de ellas recibe luz del campo, y otra de la calle-galería. Ésta debe tener la altura completa de tres pisos que toman de un lado luz a su través [...]. La planta baja contiene, en ciertos puntos, salas públicas y espacios de cocina, cuya altura absorbe el entresuelo. Y en ellos se practican las necesarias trampillas espaciadas para ir subiendo las comidas hasta las salas del primer piso. Una abertura que resulta muy útil en los días de fiesta y para el paso de caravanas y legiones, que, no habiendo lugar para acogerlas en las salas públicas llamadas Seristerios, podrán comer en una doble hilera de mesas en la calle-galería. Convendrá evitar en todo caso situar en la planta baja todas las salas de relaciones públicas, y ello por dos razones. Primero por ser preciso disponer, situados en la planta baja, alojamientos para los ancianos, y los de niños en el entresuelo. Segundo por cuanto es también preciso aislar a los niños de las relaciones no industriales que son propias de la edad madura
Fourier, Anthologie
En las actuales condiciones de desarrollo de la sociedad […] es preciso imprimir en cada parte de lo que es el habitar humano [...] el modo de construcción monumental, para lograr alojar en ella no a unos pocos más privilegiados, sino a todos los hombres en palacios. Para que el hombre habite en un palacio debe vivir con sus semejantes en una relación de asociación [...] de estructura y carácter comunal
De la mission de l???art et du rôle des artistes. Salon de 1845
Discutid cuanto deseéis de la mejor forma de gobierno, que al respecto nada se habrá hecho mientras no destruyáis todos los gérmenes de la ambición y la codicia […]. Pues el único medio de lograrlo es disponer la administración común; suprimir la propiedad particular; vincular realmente a cada hombre al talento y la industria que conoce, y obligarle a depositar luego su fruto en el almacén común a todos; establecer la simple administración de subsistencias, registrándose cosas e individuos y repartiendo aquellas entre todos con la igualdad más escrupulosa
Manifeste des plébeiens
Los primeros momentos de un motín, nada hay que sea más extraordinario. Todo estalla a la vez en todas partes. ¿Previsto? Sí. ¿Preparado? No. ¿De dónde ha surgido? De las calles. ¿De dónde ha caído? De las nubes. […] Desde todos los puntos de la villa, todo se dio de modo simultáneo, en un vasto tumulto, como un ramo de rayos reunidos en un sólo trueno. […] Quien atraviesa una barricada cree haber atravesado un sueño
Los miserables
El 18 de marzo quizá debimos golpear mejor. La cuestión fue: elecciones o marchar sobre Versalles. La respuesta debió ser: ambas cosas. […] No esperen más de la Comuna que lo que esperen de sí mismos. Publiquemos todos los discursos, comuniquemos nuestra insuficiencia, demos publicidad a cuanto hagamos, porque nada tenemos que temer si no es a nosotros ; La liberación de la Comuna de París es la de todas las de la República. […] La república de la gran revolución del 92 era un soldado, pero la república de la Comuna ha de ser un trabajador; “El Estado es el pueblo que se rige a sí mismo”. “La estatura de un pueblo corresponde a la del último de sus ciudadanos”. “Considerando que la meta de la vida reside en el completo desarrollo de nuestro ser físico, espiritual y moral, la propiedad no ha de ser sino el derecho a que cada uno participe, en la medida de su colaboración, en el producto común y colectivo del trabajo de todos. En talleres y fábricas, se organizará el trabajo colectivo”. [Estos últimos textos de Beslay, entrecomillados, corresponden a su proclama de apertura de la sesión inaugural de la Comuna, el 29 de marzo de 1871]
Los días de la Comuna
Si París pudo resistir fue porque, a consecuencia del asedio, se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional cuyo contingente principal ahora lo formaban los obreros […]. El primer decreto de la Comuna suprimía el ejército permanente, sustituyéndolo por el pueblo armado. La Comuna estaba conformada por los consejeros municipales elegidos en cada distrito mediante sufragio universal, todos responsables y revocables en todo momento. […] Desde los Consejeros para abajo, todos los cargos públicos debían ejercer su trabajo con salarios obreros […]. Como los restantes funcionarios, todos los magistrados y jueces eran revocables y electivos […]. Formada la Asamblea Nacional, los delegados serían igualmente todos revocables y electivos, sometidos a mandato imperativo de sus respectivos electores. […] Entre las reformas laborales, se suprimieron las multas de la empresa impuestas directamente a los obreros, y se prohibieron ciertos tipos de trabajos nocturnos. En lo que hace a la educación, todas las instituciones de enseñanza fueron abiertas gratuitamente al pueblo y emancipadas de la Iglesia –se eliminó la subvención del culto y quedó separada del Estado–
La guerra civil en Francia
En la guerra contra la Comuna […], tras la guerra más dura y más violenta de los tiempos modernos, el vencedor ejército prusiano y el derrotado ejército francés se hermanarán en la matanza del proletariado parisino […]. Todos los gobiernos nacionales son uno sólo contra el proletariado
La guerra civil en Francia
Cuando cual ruge el océano
rujan las masas hoy mudas
y a morir estén dispuestas
se alzará la Comuna.
Desde todos los caminos
innumerables vendremos,
estrechándonos las manos
y de la sombra surgiendo
Chanson des prisons, 1871
I
Ocurrió en nuestro tiempo.
[…]
Sobre las calles, la manifestación
va allanando todos los obstáculos.
Va afluyendo
la cola, rumorosa.
Ya está cerca del parque.
Llega al puente
Troitski.
Desde el Neva, ocho descargas.
La novena, cansada.
Gente al trote.
A lo lejos:
“¡Venganza!”
Corren por las aceras.
Cae la noche
que la aurora ya no levantará.
Al tronar de descargas,
desde las barricadas otro trueno.
[…]
Obstinada y desnuda, sin sonrojo,
la ciudad se mostraba toda entera.
II
Esos días son como un periódico,
pueden leerse al azar,
por cualquier lado.
Tengo catorce años,
quince dentro de un mes.
[...]
La ciudad sueña.
[…]
La bencina prolongó el ocaso,
y, detrás, se retuerce
aún el rojo gayo de las llamas.
III
En la calle, cuajada,
saludando despacio a las banderas.
Se apagaban los coros a lo lejos
y se despeinó la oscuridad.
Mira el sol, a través de sus gemelos.
Cañoneo y ocaso, todo el día.
[…]
Los crujientes montones de la nieve,
los cadáveres, puestos sobre el suelo
como si se lanzaran a volar.
Ocurrió en nuestro tiempo.
[…]
Esos primeros días de febrero
me enamoré de la tormenta.
El año 1905
La ley no incluye en sí todo el derecho, y no se identifica meramente con él […]. En efecto, no todos los derechos se hallan formulados en las leyes vigentes, y sin duda no todas las leyes ‘vigentes’ se encuentran dotadas de vigencia
La función revolucionaria del Derecho y el Estado
África, he guardado tu memoria. África,
estás en mí
tal como la espina está en la herida.
[…]
SIN EMBARGO
no quiero ser sino de vuestra raza,
campesinos y obreros de todos los países…
…obrero blanco de Detroit, peón negro de Alabama,
innumerable pueblo de las galeras del capitalismo,
el destino nos alza, hombro con hombro
y, renegando del viejo maleficio del tabú de la sangre,
hollamos los escombros de nuestras soledades.
Si el torrente es frontera,
le hemos de arrancar la cabellera a la arroyada
inagotable.
Si la Sierra es frontera,
le partiremos la mandíbula al volcán
Bois d???ébène
Aún recuerdo esta horrible escena. Era en Orán, en el 1944. Desde el campo donde esperábamos el embarque, los militares lanzaban pedazos de pan hacia los chiquillos argelinos, que se los disputaban entre sí, llenos de rabia y odio. Probablemente los veterinarios podrían explicar ese fenómeno evocando el peck-order constatado en general en todos los corrales. El maíz ahí distribuido es objeto, en efecto, de una implacable competencia. Ciertas aves, más fuertes, devoran la mayor parte de los granos, mientras otras, menos agresivas, van adelgazando a ojos vistas. Toda colonia tiende a convertirse rápidamente en un corral inmenso, en un gran campo de concentración donde la única ley es el cuchillo
Les Damnés de la terre
Hay que combatir no solamente por la libertad de nuestro pueblo. Ya, mientras que dura ese combate, hay que lograr que el pueblo reaprenda –y primero hacer que uno a su vez reaprenda por sí mismo– eso que es la dimensión del hombre. Remontar los caminos de la historia, de la historia del hombre que fue condenado por los hombres, para provocar, hacer posible, el encuentro de nuestro propio pueblo con todos los demás hombres del mundo
Les Damnés de la terre
El campesinado es dejado sistemáticamente de lado de forma sistemática por […] casi todos los partidos nacionalistas, cuando sin embargo está bien claro que, en los países coloniales, sólo el campesinado es revolucionario
Les Damnés de la terre
Nuestra misión histórica, la de quienes nos hemos decidido a vencer al colonialismo, es ordenar todas las revueltas, todos los actos de desesperación, todas las tentativas abortadas o ahogadas en sangre
Les Damnés de la terre
La revolución […] puede y debe tener como último resultado el bienestar, la felicidad, y la suficiencia de las necesidades de todos
Manifeste des plébeiens
La explosión de las revoluciones casi siempre ha tomado por sorpresa a los grupos y partidos revolucionarios, como también a todos los restantes; no hay una realmente que pueda imputarse a las actividades de esos grupos […]. Es así como Lenin, en el 1905, pudo exaltar la ‘creatividad revolucionaria del pueblo’ con casi total sinceridad
De la Revolución
Fue un amanecer extraordinario. Todos los seres pensantes han celebrado luego aquella época. Una emoción sublime vino a reinar en ese tiempo, y un entusiasmo del espíritu hizo estremecerse el mundo entero
Porque todos los hombres reconocen como tal el derecho a la revuelta, es decir, a negarse a obedecer, resistiendo a un gobierno que demuestra […] tiranía e incapacidad. […] Éste es el momento en que los hombres de bien han de revolucionarse y rebelarse
Desobediencia civil
La historia de las revoluciones aún se encuentra muy lejos de cerrarse, porque nunca podrá impedirse a nadie llorar a un muerto o exigir justicia… Las imágenes saben vehicular la pervivencia de todos esos gestos
Peuples en larmes, peuples en armes
Romper el marco […]. Buscar fuera de cuadro. Practicar todos los montajes
Peuples en larmes, peuples en armes
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: ‘¡No mueras, te amo tanto!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
‘¡No nos dejes! ¡Valor!
¡Vuelve a la vida!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: ‘¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: ‘¡Quédate, hermano!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver, triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.
"Masa", España aparta de mí este cáliz
Parábola de Buda sobre la casa en llamas
Enseñaba Gautama
el saber de la rueda del deseo
donde estamos atados, sugiriendo
borrar toda ansiedad y aspiración
para entrar sin pasiones en la nada
que llamaba Nirvana.
Los discípulos entonces preguntaron:
“¿Cómo es, Maestro, esa Nada?
Porque todos estamos decididos
a abdicar del deseo, cual sugieres.
Mas, para ello, dinos si esa Nada
en la que debemos adentrarnos
equivaldría a la unificación
absoluta con todo lo creado
si, ligeros de cuerpo,
libres de pensamientos, indolentes,
flotamos sobre el agua, al mediodía;
o si, estando sumidos en el sueño,
inconscientes de todo, sin embargo,
nos cubrimos de nuevo con la manta.
Dinos pues si esa Nada es algo alegre,
si es buena o, al contrario, si tu Nada
no será sino nada,
frío y vacío sin significación”.
Calló entonces el Buda mucho rato
hasta, por fin, decir, indiferente:
“Nada que responder a esa pregunta”.
Pero luego, a la noche,
cuando aquellos ya se habían ido,
bajo el árbol del pan sentado, el Buda,
a los que nada habían preguntado,
les expuso por fin esta parábola:
“Vi hace poco una casa. Estaba ardiendo.
Comenzaban las llamas a lamer
ya los techos. Entré. Aún había gente.
Fui de nuevo a la puerta y, desde ella,
los llamé a grandes voces, advirtiendo
que ya ardía el tejado,
que salieran de allí a toda prisa.
Pero no parecían apurarse.
Uno me preguntó, mientras el fuego
comenzaba a chispearle entre las cejas,
cómo se estaba afuera, si llovía,
si quizá no soplaba mucho viento,
si habría otra casa,
y otras muchas cuestiones semejantes.
Sin responderle nada, salí afuera.
Éstos, pensé, arderán,
antes de terminar con sus preguntas.
En verdad os digo, amigos,
que aquél al que el fuego no le queme
como para querer cambiar de sitio
y prefiera quedarse ahí, ardiendo,
a ése nada tengo que decirle
Svendborger Gedichte, 1939
La mentira viaja con gastos pagados por el gobierno; vuela sobre el viento; recorre, en un abrir y cerrar de ojos, un vasto imperio; se encuentra a la vez en las ciudades y en el campo, en los palacios y en las cabañas; en todas partes está bien aposentada y servida: se la cubre de caricias, favores, dinero… La verdad, al contrario, va caminando a pie y a pasos lentos; se arrastra con pena y a su cargo, de ciudad en ciudad, de aldea a aldea; se encuentra obligada a sustraerse a la mirada celosa del gobierno; ha de evitar, de modo simultáneo, a los funcionarios, los jueces y los agentes de la policía; y es odiosa a todas las facciones. Todos los prejuicios y los vicios se amotinan a fin de ultrajarla. La necedad la desconoce o la rechaza. Y aunque brilla con belleza celestial, el odio y la ambición afirman de ella que es tan fea como horripilante. La hipócrita moderación la califica de exagerada e incendiaria, y la falsa cordura la moteja de temeraria y de extravagante, mientras que la maligna tiranía la acusa de violar las leyes y de trastornar la sociedad. La cicuta como los puñales son el precio ordinario a sus lecciones, y con frecuencia expía en el patíbulo sus servicios a la humanidad
Manifeste des plébeiens
Comisionado de la Guardia Nacional.- “Vea que la sala es muy pequeña y que el enemigo nos espía.” El anciano.- “Que nos espíe el pueblo es lo importante. Dejen la puerta abierta.” Langevin.-“Publiquemos todos los discursos, comuniquemos nuestra insuficiencia, demos publicidad a cuanto hagamos, porque nada tenemos que temer si no es a nosotros mismos.” Langevin.- “¿También se garantiza la libertad de mentir?”
Los días de la Comuna
En los decenios de antes del diluvio
hubo algunas crecidas.
Pero, aun siendo pequeñas,
a distancias algo irregulares
y en distinta medida
las aguas desbordaron de las costas. Y así, en ciertas comarcas,
se acostumbró la gente hasta tal punto
a las inundaciones que empezaron
a habitar grandes barcas,
incluso en los tiempos de sequía.
La construcción naval tuvo un impulso muy intenso. Antes, nunca
se construyeron diques tan potentes
como en el tiempo de antes del diluvio.
Y así llegó un año
en que el peligro de la inundación finalmente se dio por superado.
En el año siguiente
vino al fin el diluvio, sumergiendo
todos los diques, con sus constructores
Respuesta del dialéctico
Cuando cual ruge el océano
rujan las masas hoy mudas
y a morir estén dispuestas
se alzará la Comuna.
Desde todos los caminos
innumerables vendremos,
estrechándonos las manos
y de la sombra surgiendo.
�??Chanson des prisons�?�, 1871
Todos los males de la clase obrera se resumen en sólo dos palabras: miseria e ignorancia, ignorancia y miseria… Para salir de ese laberinto no veo más que un medio: comenzar a instruir a las mujeres.
�??Por qué menciono a las mujeres�?�
Caballeros, vosotros, que queréis someternos a la esclavitud, ¿no habéis jurado respetar la Constitución francesa? […] Y, ¿cuál es la ley fundamental? ¿Olvidásteis vuestro compromiso con respecto a la Declaración de los Derechos del Hombre, en donde se dice que los hombres nacieron libres e iguales en derechos, y que sus derechos naturales incluyen la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión? Pero dado que no podéis negar el haber jurado todo eso, el derecho está de nuestra parte, como de la vuestra está el perjurio. Vuestros decretos han reconocido que los hombres son libres y que todos lo son, sin excepción, pero queréis mantener la servidumbre de seres humanos que os permiten tener y disfrutar de lo que son vuestras posesiones.
J-F. Biassou y T. L�??Ouverture ante la Asamblea General, 1792
En la lucha para conquistar los derechos humanos fundamentales se conmina a ser pacientes a los negros, y se nos dice y se nos aconseja que, mientras seamos fieles al orden democrático existente, el momento de gloria en que nos convirtamos en seres humanos de pleno derecho habrá de llegar tarde o temprano. Una amarga experiencia nos dice que existe una explosiva incongruencia entre la democracia y la economía capitalista, que es fuente de todos nuestros males. […] El pueblo no es fundamento de las leyes y del sistema por el que se gobiernan –ni lo es el pueblo afroamericano ni otros tantos pueblos oprimidos, ni siquiera la masa de los blancos–. El pueblo no posee un poder decisivo sobre los factores que gobiernan su vida.
�??Political Prisoners, Prisons and Black Liberation�?�